Análisis

Joaquín pérez de la blanca

Violencia y educación

Hace apenas un par de semanas el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha alertado sobre el considerable aumento de casos de violencia doméstica dentro del ámbito familiar entre nuestros jóvenes, y en concreto entre la mal llamada violencia de género.

Parece obvio que algo no está funcionando como debiera. La Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género se ha mostrado ineficaz a la par que manifiestamente discriminatoria y desigual. Lejos de haberse producido una disminución de este tipo de delitos, se observa un claro aumento a edades más tempranas.

A mi entender lo más útil frente a este aumento de la violencia es la inversión en una educación de calidad para nuestros jóvenes. Llevamos ocho reformas de nuestra ley de educación en nuestro periodo democrático, y cada una de ellas acaecida en función del prisma ideológico con el que algunos pretenden impregnar a nuestros jóvenes. Necesitamos un sistema estable, objetivo, sin tintes ideológicos, y basado en el esfuerzo y la superación personal. Y esto último es importante: es incomprensible que tanto el que estudia como el que no estudia obtengan el mismo premio. Como todo en la vida, el que algo quiere algo le cuesta.

Pero es cierto que la educación debe empezar por los padres, porque nosotros tenemos la responsabilidad de velar por el bienestar de nuestros hijos, y nada dará mayor seguridad a una persona para desenvolverse en la vida que una educación basada en principios tan básicos como el esfuerzo y el respeto al otro.

Desafortunadamente nuestros jóvenes cada vez se mueven más por el egoísmo y los personalismos, y por la necesidad imperiosa de obtener una satisfacción inmediata a cualquier necesidad, cuando no mera apetencia. Gran culpa de todo ello es ciertamente nuestra: tienen acceso libre a material cargado de contenido sexual que denigra a la mujer y otro tanto al hombre, les enseñamos modelos de vida exitosos cuando verdaderamente se tratan de personas que carecen de valores y principios, etc. Se nos ha olvidado exigir, porque es más fácil obviar una situación y desentendernos de un problema.

Las Administraciones Locales carecemos de competencias directas en este sentido, pero también es verdad que se pueden articular desde las distintas áreas de servicios sociales y familia políticas públicas dirigidas a los más jóvenes y encaminadas a esa labor de concienciación social en el respeto y tolerancia entre las personas.

En determinadas circunstancias y ante determinados hechos se hace necesario un repaso profundo, a pesar del tremendo desarrollo y de la rápida evolución que hemos disfrutado en los últimos años.

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