Entrar en el campamento es poco menos que hacerlo en otra galaxia, es meterte en el túnel del tiempo y regresar a una época en los que los había mucho más aprecio que ahora por los valores del ser humano.

El miércoles fui a la rueda de prensa de presentación de La Desértica y antes de enfilar la carretera de Álvarez de Sotomayor, vi a dos personas peleándose en la acera, un contenedor quemado en donde la basura se amontonaba y un conductor me pitó por ir respetando los 50 kilómetros por hora a los que está permitido circular por la Juaida. Fue pasar el control de seguridad legionario y notar un respeto que ya me gustaría que hubiera en el día a día social. Como todo en la vida, la Legión ha cometido muchos errores, pero está para servir a la sociedad y Almería sale ganando con su presencia en Viator.

Entre las muchas cosas que aporta, me centro en mi terreno, el deportivo. La Desértica sólo ha necesitado tres ediciones para convetirse en una de las pruebas más multitudinarias de la provincia. Una carrera de valor, orgullo y honor, de carácter castrense y disciplina de deportista de élite. Cuatro son las pruebas de ultrafondo de La Legión (Ronda, Ceuta, Melilla y Almería) y todas ellas arrastran una cantidad increíble de personas. La organización, el trazado, la idiosincrasia, el sacrificio, el compañerismo y la belleza en sí de más de cinco mil hombres recorriendo a pie o en bicicleta parajes inhóspitos, en los que hasta los alacranes tendrían agujetas.

Así es La Desértica, la prueba que la Legión le ha donado a Almería para que sigan creciendo ambas de la mano.

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