Todavía recuerdo como si fuera ayer el primer día en el que pisé esta redacción tres años atrás. Con poco más de una veintena de años y con una carrera universitaria casi completada, el que ahora está redactando estas líneas afrontaba su primer gran reto profesional, formando como becario parte de esta casa. Tres meses, un intenso verano, en el que uno pudo vivir en primera persona lo que significa ser periodista, con sus cosas buenas y no tan buenas, en la sección en la que tanto ansiaba pertenecer algún día como es esta. Durante noventa días, el que aquí suscribe tuvo el enorme privilegio de cubrir una de las más históricas etapas de nuestro deporte local como fue la llegada de la nueva propiedad saudí, con Turki a la cabeza, a la UD Almería. Imposible olvidar aquella guardia en Almerimar en la primera toma de contacto de los nuevos en llegar con la plantilla rojiblanca o el fichaje de Darwin Núñez, quien más tarde acabara convirtiéndose en toda una estrella del balompié. Meses en los que se vivió un cambio radical en su máxima expresión, dejando las penurias atrás para pasar de ser un utilitario a todo un vehículo de alta gama. Pocos, o más bien nadie, podía imaginar durante el comienzo del estío lo que finalmente ocurría en pleno agosto, a semanas de arrancar una nueva campaña en la categoría de plata y poniéndose de inmediato con el ascenso como objetivo primordial. Pero no solo la UDA iba a copar los grandes momentos que este periodista iba a disfrutar, empapándose del fútbol no tan relumbrante de la provincia. Lo que no podía soñar ese joven de veintidós años recién cumplidos es que algo más de tres años más tarde regresaría a la que fue su casa, ya no como refuerzo procedente del equipo filial, sino ya con ficha de primer equipo. Un contexto el que se repiten muchas de las sensaciones experimentada en aquel entonces, como si el tiempo no hubiera pasado desde el momento en el que salí por la puerta de esta redacción, que siempre será tan especial para el aquí firmante. El reto, una vez más, no será para nada fácil. Y, por supuesto, intentaremos llevar la silla hasta el final.

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