Supongo que la imbatibilidad en casa ayuda, pero el ambiente vivido en el Estadio de los Juegos del Mediterráneo el pasado viernes, en el duelo ante el Tenerife, fue algo que a los asistentes tardarán en olvidar. El equipo compite, aquí sí está bien usada la palabra, se comporta como un bloque sólido, en ataque y defensa, y se muestra capaz de buscar soluciones a las adversidades, en este caso el buen hacer del conjunto visitante, donde nos dejaban pocos espacios y salían a la contra de forma muy peligrosa. La afición disfrutó del triunfo y ovacionó a sus jugadores, aunque estamos lejos de jugar el peso que otras aficiones, como la del Toralín o el Molinón, juegan. En Ponferrada y Gijón la afición da ese plus más que desnivela la balanza cuando las cosas se ponen cuesta arriba, no solo cuando el viento sopla a favor. Que ambos conjuntos estén en la zona alta no es casualidad, y sus aficionados han ayudado cuando el equipo más lo ha necesitado. Ojalá ver en Almería algo similar, sin absurdos debates internos y dando valor a lo nuestro. Ojalá la ovación a Sadiq no se convierta en abucheos o pitada cuando no tenga un día acertado de cara al gol. Como afición hemos mejorado en los últimos años, pero aún nos queda mucha tarea. Ya se vio el otro día con lo de cantar el himno a capella. Partimos de la base de que no es un himno y mí nunca me ha gustado esta versión. Pero el club atiende a la petición de un aficionado, apoyado en multitud por las redes sociales, y da la tabarra con el evento. El propio club se boicotea a sí mismo dando las alineaciones cuando unos pocos se atrevían a cantar el himno... Un desastre. Yo aplaudo este tipo de iniciativas, me gusten más o menos, porque al final, de lo que se trata, es de dar colorido y vida al Estadio. La excusa de las pistas de atletismo no me vale. En todos estos años hemos visto ejemplos donde éstas no han sido un impedimento para que la afición meta el primer gol. El ascenso es cosa de todos, y más nos vale concienciarnos de que, como afición, tenemos una parte importante que jugar, presionando al colegiado y al rival, pero también apoyando y animando de forma incondicional a los nuestros.

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