Análisis

Ramón Gómez Vivancos

La agricultura, a debate

En estos días los medios de comunicación están informando sobre un tema de gran interés, que afecta muy directamente a la base económica de Almería, su agricultura. Se trata de la gigantesca acción productora que Marruecos está llevando a cabo en terrenos vírgenes del Sahara (antigua Villa Cisneros), al sur de Agadir.

Noticia que ha despertado mi interés, ya que gran parte de mis años los he vivido comerciando por todo el litoral marroquí. Desde Nador a Agadir, pasando por la cosmopolita Tánger, iniciando mi primera travesía del estrecho un 14 de julio del año 1953, con más de 100 viajes hasta el 2005. Primero, actuando como agente, vendiendo para los barcos pesqueros y efectos navales, redes, cables de acero, flotadores, ácido bórico y cuerdas suministradas desde mi fábrica de Almería, y el resto desde exclusivas de Portugal, Inglaterra, Japón, Francia, Italia, USA y España. En 1957 instalé en la Av. Montserrat una fábrica de hilos y cuerdas de cáñamo y sisal, que cerré años después por la aparición del nailon, utilizando después la nave para manipular y exportar uvas y naranjas de Almería. Posteriormente, formando sociedad con mi hermano Cayetano fabricamos en Almería y patentamos la polea hidráulica GOVI (para subir automáticamente las redes del mar al barco), siendo las primeras que se instalaron por toda España y Marruecos, masivamente en Agadir y Barbate. Ya en 1990 instalé en Almería una fábrica de etiquetas adhesivas para la agricultura mediterránea, permitiéndome un contacto personal muy asiduo con sus empresarios, generándose una sociedad mixta hispano-marroquí, dedicada a la fabricación de malla sintética, en el polígono industrial de Agadir, pero ante una acumulación de irregularidades sociales y jurídicas, partí de Marruecos dejando perder la inversión.

Tan dilatado historial me ha permitido vivencias de todo tipo, que hoy me permito comentar, dadas las circunstancias especiales que se presentan en el ámbito económico hispano-marroquí, donde la agricultura de Almería se viene perjudicando desde muchos años atrás. Si seguimos tolerando esa línea de actuación, nos veremos desbordados por la masiva y consentida entrada libre de las hortalizas marroquíes en Europa.

Mis antiguos colaboradores y amigos de Casablanca me han permitido visitar asiduamente las más importantes empresas productoras-exportadoras, especialmente las ubicadas en Agadir y Casablanca, incluidas las de propiedad del Rey de Marruecos, e inclusive he coincidido e intimidado con sus gerentes en diferentes ferias de Francia, Italia y España, lo que me permitía un amplio conocimiento del desarrollo agrícola marroquí, hasta el punto que varios de ellos vinieron comisionados a Almería, facilitándoles una entrevista con el expresidente del Puerto de Almería, Sr. Amate, para construir una amplia zona franca en el puerto y crear una sociedad hispano-marroquí que manipulase las hortalizas de ambos orígenes y otros productos diversos, como puerta de entrada a Europa, proyecto que finalmente desistió el Sr. Amate.

Volviendo al presente, Almería no debe consentir el castigo que nuestras autoridades de España y Europa nos están imponiendo desde hace más de 50 años, los mismos que me ha tocado vivirlos de cerca. Primero implantando cupos globales semanales limitando la exportación almeriense, pero dejando libre la exportación del tomate canario, normativa que años después fue suavizándose hasta la liberalización actual, mientras Marruecos ha ido fomentando su producción y posicionando sus amigos políticos como USA e Inglaterra, consiguiendo ir aumentando sus exportaciones a Europa, hasta conseguir un trato especial que les permite la entrada de cierta cantidad de hortalizas libre de aranceles, debiendo pagar cuando se excedan esos límites. Pero esos acuerdos no se cumplen, ya que Marruecos, desde hace muchos años, exporta su total capacidad sin pago alguno de aranceles, dato que no se publica, pero que queda registrado en las aduanas europeas, o sea, una auténtica infracción aduanera que los gobiernos de España y Europa consienten, sabiendo que con ello están castigando sectores productivos europeos, como la agricultura almeriense.

Pienso que ya es hora de normalizar la anómala situación, tan perjudicial para la economía almeriense, cuya sociedad debe exigir a sus políticos que actúen con la mayor firmeza y eficacia, sin demorar un solo momento, debiendo fijar una fecha límite de gestión, haciendo público los acuerdos conseguidos. Igualmente, el sector empresarial agrícola, cuya sobrada capacidad es bien reconocida, debiera posicionarse en la justa defensa de sus intereses, iniciando una fuerte campaña de presión al máximo nivel, donde la transparencia y la razón, conduzcan a que el presente y especialmente el futuro no se vean manipulados. Estimo que los almerienses seremos capaces de unirnos y presentar un plan estratégico que nos permita desarrollar aún más la pujante economía almeriense.

Es singular la astucia de Marruecos, que siempre que emprende un gran proyecto, hace emerger otras actuaciones políticas que tiendan a solapar la atención pública.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios