Es tema recurrente en este inicio de agosto el 9 de la UD Almería. Un asunto no baladí después de que el grueso de la plantilla ya esté a las órdenes de Fran Fernández. Un atacante que debería ser la guinda a un plantel configurado desde unas líneas maestras distintas a los estíos pasados. Desconocemos si resultará peor o mejor, sí que reconocemos que había que salir de esa mediocridad instaurada. Para bien o para mal.

Se baraja que quedan de una a cinco caras por llegar. Un extremo me parecen pocas y el otro, casi utópico. En esa tierra intermedia aparecerá el acierto. Parecen no haber urgencias en la línea más cercana a la portería contraria. El fútbol se basa en aciertos y errores en las dos áreas y la mencionada se antoja más débil. Figuran en nómina Álvaro Giménez, Caballero y Sekou. El primero de ellos tendrá el hueco asegurado tras aterrizar del Alcorcón. Sucede que también puede actuar por los flancos, demarcación que carece de algún efectivo más. El argentino, ese anhelo prolongado verano tras otro, demostró poco en lo que tuvo. Tiene algo de cartel y existen opciones tangibles de que pueda coger la puerta. A mi parecer, el eslabón más débil. Luego está el canterano, que merece ese sitio como tercer delantero. Hambre y físico forman un binomio en consonancia con la estrategia seguida. Tiene gol, aunque los dos saltos que experimenta se deben notar cuando la competición haga acto de presencia.

No debe la UDA ponerse a competir con este trío. Al menos, pienso yo. Lo dicen las sensaciones y lo corroboran los números. Hay una necesidad acuciante de ese jugador que acumule, como poco, 10 goles por campaña. De la estirpe de los Ulloa, Charles o Quique. Descubrimientos que se hicieron no hace tanto y con los que se debe afinar ahora. El brasileño llegó con más galones, pero los anteriores se hicieron el nombre en el Mediterráneo. Ahí está la necesidad y aún hay tiempo.