El parqué
Avance alcista
Dentro de esta democratización de lo vintage, en la que parece que la moda y los gustos han experimentado una especie de punto de no retorno, se trasluce una especie de añoranza de lo pasado plasmada en algo tan trivial como las prendas de vestir. No parecen importar espacio o tiempo. Importa la estética. Llevándolo, como siempre, a una dimensión más familiar, el fútbol es el rey de esta tendencia: camisetas rabicortas, cuellos plomizos, escudos bordados a conciencia y grabados publicitarios de ultramarinos o ferreterías. Inmersos en esta moda, cada vez más empresas especializadas en diseños retro iban asomando la cabeza y más clubes aprovechaban la fiebre para colar remasterizaciones a precio de oro. La moda se tornaba irrefrenable. El Almería, para variar, decía que a otro perro con ese hueso. Donde esté un catalogazo, un buen tuit en inglés o una tienda online sin actualizar, que se quite lo demás. Es verdad que la comparación con otras instituciones nunca ha sido procedente: la histórica inestabilidad institucional, la poca o nula raigambre social y la alergia a echar la vista atrás en aras de poner en valor los inicios así lo han querido. No obstante, ¿cuál ha sido la respuesta? Cientos de tuiteros que, con sus medios, el clamor popular, han conseguido recrear un diseño logradísimo a un precio irrisorio. ¿El club se niega? El pueblo se encarga. La fe mueve montañas y ver a medio millar de jóvenes promoviendo la expansión de un diseño casi inédito para casi todos, el del Almería C.F. de la 95/96, es un acto reivindicativo que hace que, pese a los desengaños futbolísticos, la masa social ya haya cogido el impulso que hace una década ni se vislumbraba. Puede que esta fiebre no estribe en un interés más allá del estilístico, pero apostaría a que a más de uno/a le picará la curiosidad de conocer la historia del escudo que lleva en el pecho y el modo en que es responsable de lo que hoy somos.
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