Análisis

Francisco bautista toledo

Los caminos del color

La pintora recorre el universo del color, desbrozando tonalidades pesadas, en su deambular hacia los horizontes de claridad luminosa. Lola Valls explora el perímetro de cromatismo espeso, en el cual halla etereidades que le anuncian un camino liberador del colorido intenso, en el que se promete descubrir la razón última que sustenta el resplandor que causa huella en la mirada. Es un acto suave el conseguido por la pintora, en el efecto generado por su obra última, destello del conjunto expuesto, cuando el color desde su poso más oscuro va sublimándose hasta esclarecer su presencia, quedando como anhelo vaporoso traducido en gamas de tonalidades ligeras.

Lola Valls muestra una obra de gran expresividad visual, donde reduce la realidad a la impresión última que permanece en el recuerdo, registro descrito en los sentimientos mediante el lenguaje del color.

En su producción última es el trazo quien sustenta la estructura que representa su creación plástica. Son trazos amplios, realizados con pasión, liberada con contención, según un ritmo intimista, tranquilo y meticuloso, surgido de la rutina del trabajo constante, según el estudio de largas horas de experiencias creativas. Los trazos se entrecruzan entre sí, en un esquema de líneas y ángulos, que se olvidan tras el rastro de la radiación luminosa, según los tonos en que se presenta. Navegan sobre un fondo ligero, que parece quiere romperse para mostrar la realidad última, que se esconde en los límites de la percepción.

Los trazos son caminos, diversos, en todas direcciones, invitando a seguirlos en la aventura hacia el encuentro de otras sensaciones, estados de gozo de la observación, cuando el pensamiento permanece absorto ante la idea sugerida. ¿ Pero qué idea produce el entramado geométrico presa del color?

La evocación del momento sujeto al descubrimiento cegador del instante consciente, impregnado en la memoria como impresión cromática, quedando perdido ante la elección del camino a seguir. Las múltiples sendas cubren el espacio difuminado, cuando se presiente la disolución de la materialidad tangible.

No todo son caminos nuevos que recorrer, parece decirnos la autora, pues también existen estados, permanencia absoluta donde el tiempo está acotado, sujeto entre planos de colores, geometría ordenada que quiere ser imperfecta, más la lógica racional se lo impide. Son dos situaciones contrapuestas, en la desembocadura de la obra pictórica de Lola Valls, ahí está la incertidumbre que deja en el espectador, siendo él quien despeje su futuro.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios