Análisis

javi montoya

Las cloacas del estadio

El panorama en el recinto era desolador: matojos, césped, pájaros muertos...

Domingo por la mañana. Aunque te has acostado algo tarde, un poco más que entre semana, te despiertas a la hora de siempre, a la de ir a currar. Hace mucho que lo haces sin ayuda del despertador, cuando pocos años antes ni este te libraba a veces con su pipipi. Porque no lo oías. Ahora vas hasta perdiendo oído, en tu vejez prematura camino de los 40. Estás como pa' irte con quienes doblan tu edad a ver esas obras que de nuevo parecen florecer de sus cenizas.

Dejas de divagar, espabilas a tu colega y al perro y bajas a desayunar pensando en el partido. Domingo de mayo a las 12. Me puedo estar refiriendo al de Lugo o a este en Mallorca. Aquel fue bajo un sol de justicia y el de las islas parece que puede estar presidido por el temporal, ya no sé si es el cambio climático o siempre ha sido así pero nos hemos vuelto gilipollas con tanto hablar del tiempo. Podría referirme incluso, montado en mi Delorean 208, al futuro encuentro ante el Alcorcón. Pero no, en este caso hablo de la previa al Almería-Elche.

Por una vez en coche y con tiempo, tu amigo aparca cerca de donde vivía y entras por donde no sueles, tras descartar tomarte algo en los establecimientos de los alrededores, repletos de aficionados, muchos de ellos visitantes. El panorama, una vez dentro del recinto, desolador: matojos con edad de hacer no la Primera Comunión sino la Confirmación, césped para tirar que daría para forrar Huebro de verde oscuro casi negro, pájaros muertos… Pasas los tornos, compras un refresco y te proteges del solano antes de subir a tu sitio. ¿Dónde tiras la botella vacía? Al descanso, igual. El asiento, eso sí, ya está menos sucio: lo has limpiado con el culo de tu pantalón. Puede que si estoy de alquiler haya asuntos responsabilidad de mi casero pero no les cuento mi vida a mis visitas. Que los divierta su puta madre.

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