Análisis

txabi ferrero

Ni cocos ni cenicientas

Amorebieta, Real B, Burgos e Ibiza ya se han cobrado sus primeras víctimas

Neófitos, arribistas y deportivos de nuevo cuño tratan de analizar la situación, siempre que se pierde y se dejan llevar cuando se gana, y no hallan la solución y ésta es más sencilla: la Segunda es así. Y aún más, en sus primeros compases. La División de Plata es la del largo aliento, que se juega de agosto a junio, de sol a sol y sol tras sol, por tierra, mar y aire, contra equipos de capital y de pueblo, pero con mucho orgullo, en grandes estadios y sobre terrenos de juego de unas dimensiones más reducidas. La Segunda es una noria, que te sube y baja y el Tren de la Bruja cargado de miedos y risas. Este curso, a lo que parece, ha llegado sin cocos ni cenicientas, pero con la identidad de siempre. El balón no bota dos veces y nadie gana con la gorra. Los partidos son muy parejos y parecidos, con muchos chinos en su estilo de juego y algún japonés, leáse Mirandés. No hay equipos menores y Amorebieta, Real B, Burgos e Ibiza, cuarteto de ascendidos, ya se han cobrado sus primeras víctimas de postín. Mientras que entre los recién descendidos, Eibar y Valladolid suman dos tropiezos y el Huesca ha encadenado tres. Sporting, Tenerife e Ibiza son los únicos que no han perdido y el colista Leganés es el único que aún no ha ganado. Los madrileños, club con posibles y promocionista del pasado curso, ha sumado un punto en los nueve librados contra tres de los nuevos equipos de la categoría. Las dos derrotas a domicilio de la UDA -la primera con coartada y la segunda bajo el sello de la maldición-, no debieran de ser motivo de extrañeza atendiendo a este contexto. Los recién llegados conservan la ilusión y la energía de sus ascensos y cederán posiciones cuando pierdan estos valores. Los de siempre no están finos aún y el caldo de cultivo está fabricado.

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