Los colores del Cabo

Crítica de arte

05 de noviembre 2024 - 03:09

Las olas de color invaden la mirada. La anegan y seducen para incorporarla a su universo cromático. Alfonso Contreras Ocón sucumbe ante el espacio bravío, sometido al caos de sensaciones, que el entorno marino produce. Las olas rompientes, el silbido del aire, su roce fresco, el azul envolvente, el rumor permanente roto por el graznido de las gaviotas, sobre el ocre blanquecino de la arena, generan en el pintor un estado creativo seductor, extrayéndolo de la realidad temporal, para introducirlo en el fondo cromático del ambiente, contemplando solo color, respirando color, sintiendo color.

Inmerso en la soledad de las playas del Cabo de Gata, se funde con el entorno, participa de sus rumores, del fluir cambiante de sus esencias, arrastrado por los cantos ocultos de sirenas engañosas, para atraparlo en el ciclo perenne de la irrealidad. Capta este creador plástico todas estas experiencias, salvándose de su influjo para narrarlas en su pintura.

Esta experiencia es reflejada en las piezas que muestra en su exposición, en las cuales se desprende el artista de la estructura lineal, esquemática, de trazos profundos, que sostenían sus producciones plásticas, para expresarlas como campos de gamas estructuradas, según la sucesión que la mirada percibe, o en superposición, cuando se fuerzan mutuamente las radiaciones en su deambular por el ambiente.

Alfonso Ocón capta todas estas sensaciones visuales, reflejándolas en sus piezas, en las cuales es el instante tonal el plasmado en ellas. Introduce el pintor al observador en ese espacio especial, cuando la percepción ahonda en el trasfondo de los signos definidos por la razón, para ir más allá de las apariencias, y penetrar en el seno cromático del paisaje, energía danzante, vibración cuan letanía permanente, que recita sin cesar el susurro de los genios del lugar.

El pintor describe con sencillez compositiva la escena contemplada, sin artificios extraños, sólo con el trazo tonal oportuno, descubriendo, en la contemplación de su obra, el ánima que se esconde en el paisaje. Ésta es la que le da vida, penetra en la mirada, arrebata la razón, generando un estado de trascendencia ante la belleza desvelada.

Alfonso Ocón demuestra su habilidad pictórica, en la amplitud de registros plásticos presentes en su obra, consiguiendo elaborar piezas de gran calidad expositiva.

Se puede visitar esta exposición, cuyo título es “Mediterráneamente”, en el Gar Anat Hotel Boutique, Granada, hasta el 10 de noviembre.

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