Disculpen la crudeza del titular, pero el asunto no es para menos y, además, a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Los eufemismos y las medias tintas nos hacen un flaco favor a todos.

Hay una frase popular que dice que no es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia. Algo que viene muy a cuento de lo que nos ocupa en esta tribuna. Almería no puede presumir por su limpieza. Tiene playas preciosas, un desierto único en Europa, unos paisajes enmarcados en parques naturales y para todos los gustos, desde la costa a la sierra, pasando por la Alpujarra. Por no hablar de una magnífica gastronomía, que este año está siendo reconocida con la Capitalidad.

Sin embargo, el aseo urbano no es una de las virtudes de esta tierra. Sin duda, hay honrosas excepciones, principalmente, en los núcleos más pequeños. Pero en los grandes municipios, la suciedad campa a sus anchas.

Hay un problema de concienciación enorme. Y ahí cada ayuntamiento tiene mucho que decir y que hacer, a través de programas educativos y, por supuesto, con sanciones. Porque no hay cosa que más le duela al ciudadano, que el bolsillo.

Y ya está bien de que el consistorio de turno, encima, saque pecho, diciendo que su ciudad está impoluta, con premios de esos que se compran y que todos conocemos. Cuando ustedes viajen, miren el suelo allí donde van. Y compárenlo con el de Almería. Hay muchos, muchísimos sitios en España en los que se puede comer sopa en el suelo. Aquí, lo que comeríamos sería mierda. Con sopa.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios