De manera imprevista PSOE y PP han llegado al ansiado acuerdo para reunir un consejo de administración que permita un cambio de rumbo en la TVE tomada por Unidas Podemos en la débil figura de la administradora única, Rosa María Mateo. Qué necesidad tenía esta señora de emborronar su recuerdo.

La urgencia real para hallar un recambio más firme ante la gestora interina ha conllevado que ambas formaciones acepten a sus representantes más vehementes sabiendo que ese consejo puede convertirse en una caja de explosivos. Si entra en la mesa el director de Mundo Obrero, José Manuel Martín Médem, con el respaldo del Gobierno, el PP restituye a Jenaro Castro, uno de los represaliados de Mateo y cabeza, junto a Carmen Sastre, de una redacción de informativos dividida. Ya veremos si un consejo polarizado es capaz de arrancar el motor, en ese equilibrio de fuerzas al estilo de la Guerra Fría; o RTVE se sigue hundiendo en la desorientación, el descrédito y el desapego de una audiencia que no se reconoce en su programación. Todos los canales de RTVE (La 1, La 2, Clan, 24 Horas y Teledeporte) congregan ya a menos gente que Antena 3 por sí sola. Servicio público audiovisual sin público es un imperdonable despilfarro y la RTVE actual no justifica los más de 1.100 millones de euros que cuesta.

Con la excusa de la lista paritaria se han quedado fuera nombres que estaban arriba en la calificación de los expertos y que hubieran sido valiosos como Paco Lobatón o Rafael Camacho, que a estas alturas puede presumir de haber lucido en su gestión de Canal Sur cifras máximas históricas (de valor, reconocimiento y audiencia) que triplican las actuales. RTVE va a estar regida por un consejo y un presidente, José Manuel Pérez Tornero (La aventura del saber) que muestran al menos una evidente virtud: casi todos ellos llevan años haciendo televisión y se les presupone que saben y les apasiona este medio tan poderoso, con sus posibilidades y su potencia. Es la única esperanza para confiar en que la TVE de ahora remonte.