La selección española de fútbol atraviesa una situación en la que no se encontraba desde 1974, cuando no clasificó para el mundial de Alemania. De ahí en más, con diferente fortuna, la Furia participó de todas las ediciones hasta el momento. Cuando la furia se convirtió en la Roja, consiguió dos eurocopas y un mundial. Una generación a la que ahora se echa mucho de menos y de la que se busca relevo. Los años pasan para todo el mundo y contra más tiempo transcurra, más valor va a tomar aquel gol de Iniesta en Sudáfrica, la parada de Casillas ante Robben, los penales de Cesc Fábregas.

Ahora España busca volver a ser la filarmónica, pero anda escasa de músicos de excepción. Ya no está Iker, y se nota. Piqué, Ramos y Puyol, tampoco. Ni Xavi, ni Iniesta, ni David Villa. Los que sí están, son un puñado de jugadores llamados a ser los que recojan el testigo de aquellos, pero ahora mismo están a años luz. En estas instancias, las comparaciones son tan odiosas como inevitables, pero cómo no comparar las buenas maneras de Del Bosque con la actitud casi macarra de Luis Enrique. Un broncas innecesario. Un provocador. Un hombre que acepta un cargo pero no lo que el cargo implica. Un tozudo que por no dar el brazo a torcer es capaz de condenar a todo un país a mirar el mundial de Qatar por la tele. Ustedes -los periodistas-, son pesimistas dijo el asturiano después del partido contra Suecia. Yo le pido al técnico que dé un motivo que invite al optimismo en una zona en la que los rivales, con perdón, son el no reconocido estado de Kosovo, Georgia, Grecia y los suecos. Si los amarillos no se dejan puntos en el camino, habrá que ir al repechaje y ganar los encuentros. Todo puede pasar, hasta matemáticamente quedar primeros de grupo, pero el problema es otro.

Es un equipo que no hace goles y al que le marcan con mucha facilidad. De toda la vida de Dios, si no haces goles y te los hacen, el asunto tiene mal final. Insisto en las maneras que me parecen importantes. Luis Enrique tiene al país dividido y al equipo en la cuerda floja.

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