Cuando uno cree que ya lo ha visto todo, sigue sorprendiéndose con medidas incongruentes que tienen, entre objetivos, crear miedo y que el pueblo se crea el único culpable de la nula mejoría en cuanto a la pandemia se refiere. Una de las últimas medidas de la Junta de Andalucía es que los menores de 16 años tienen que acabar sus entrenamientos antes de las 18:00 horas, concentrándose el número de dos horas y media (algunos equipos deben empezar a las 15:30, como si no hubiese obligaciones laborales de los padres...) lo que antes estaba en cinco, por lo que si se pretende mitigar la cantidad de contagios, la medida provoca lo contrario. Existen servicios básicos, pero dentro de éstos no se contempla la práctica deportiva como tal, dando la sensación de que los que mandan no conocen los múltiples beneficios de una vida activa no sólo en el plano, sino también en el psicológico (¿cuántas personas se habrán suicidado desde marzo?, cuántas estarán inmersas en una depresión?). Sin poder ir a la instalación deportiva con los amigos, está la opción de encerrarse en casa a olvidarse de los problemas con una buena dosis de videojuegos, en esa búsqueda de una población sumida y tonta. Eso sí, si se tiene la suerte de tener más de 16 años sí se puede entrenar, puesto que parece que el virus entiende de edades y duerme según qué horas. Incluso de instalaciones públicas o privadas: si el riesgo de verdad fuese grave también deberían cerrarse centros privados. Lo que ocurre es que el deporte no es salud. No lo digo yo, sino, según sus actoslos peces gordos. Nunca mejor dicho.

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