Análisis

nico garcía

El ejemplo del monachil

Cuando se apartan las excusas y el victimismo, la ilusión rezuma para crecer

Cuando en septiembre de 2019, un mes después de esa histórico acuerdo entre Alfonso García y Turki Al-Sheikh, aterricé en Granada estuve buscando un piso de alquiler entre Monachil y Huétor Vega. El alojamiento encontrado estaba más cerca del Manuel Robles que de Las Viñas. ¡Bendito aleteo de la mariposa de ese día! Los primeros días descubrí entrenadores, directivos y jugadores que acogieron a un desconocido con los brazos abiertos; meses después veo un club que debe ser un espejo de gestión de club en las diferentes aristas en la que está involucrada cualquier entidad deportiva. Cansan mucho las excusas de los débiles y el victimismo de quien no quiere crecer. Porque algunos -muchos- campos en el crecimiento de un club no se compran como dinero, empezando con ese aire fresco, esa ilusión y esa predisposición de quien es consciente de sus limitaciones, pero también de su potencial y sueña sabiendo que es la mejor manera para crecer. Sí, con dinero es más fácil, pero también se puede formar un buen plantel de otra forma: convenciéndoles de lo ilusionante de la empresa, don de gentes y un largo etcétera. Todo ello a través de una metodología que desemboca en un estilo de juego que, por lo poco que ha visto este periodista y por lo mucho que le cuentan, es una referencia en la provincia granadina. Un triunfo no es flor de un día y una derrota no es culpa de la suerte ni de una decisión arbitral. Como no todo es sénior, el trabajo con la cantera de un municipio de menos de 8.000 habitantes es para enseñarlo en las diferentes escuelas de fútbol, con un cariño que debe ser el principal punto en un club, anteponiendo el escudo al 'yo', haciendo partícipe a técnicos, adolescentes y club de lo que debe ser una familia. ¡Enhorabuena por el ascenso a División de Honor!

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