Análisis

PABLO MARTínez- salanova peralta

Qué engañados nos tenías

Si me lo llegan a decir hace un año, no lo habría creído, porque por aquel entonces estábamos convencidos de tener en casa un angelito. ¡Qué engañados nos tenías! Fue salirte los dos dientecillos de abajo y empezó a quedarnos claro que esa cara de bichillo no era más que uno de los primeros síntomas del terremoto que eres. No me quiero ni imaginar lo que nos estás reservando para la adolescencia. Pero bueno, estás en esa fase en la que no te hace falta aprender a decir sí, porque todo es no. Porque es tu momento de decidir que nadie puede ir descalzo, cuántos paraguas vas a sacar del paragüero, el tiempo que vas a estar cepillándote los dientes, si eres tú la dueña y señora de la cama de matrimonio o si estamos ante la última onza de chocolate o no. Así que no te preocupes. Aunque no nos des esos abrazos a la altura de las rodillas que derretirían a cualquiera, estaremos encantados de sufrirte durante toda la vida. Muchas felicidades.

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