El partido ante el Tenerife de hace una semana nos ha dado ciertos motivos para la tranquilidad en estas últimas jornadas. Parece lógico que, conforme el tiempo avance, la Unión Deportiva Almería se vaya pareciendo cada vez más a lo que su nuevo entrenador busca, dejando atrás antiguos vicios y cambiando la mentalidad. Aunque aún lejos de la perfección, sí se notó en Canarias cierta mejoría con respecto al duelo frente al Barcelona B. El Heliodoro Rodríguez López vio a un equipo, el andaluz, que quería llevar la iniciativa por momentos, con las ideas claras a la hora de atacar, con cierta solvencia defensiva y, sobre todo, con valentía. El cuadro rojiblanco hizo, en general, bastante mejor encuentro que ante el filial culé, aunque el botín fuese más escaso.

Pero no solo eso. El míster Fran Fernández está recuperando para la causa a un jugador excesivamente castigado por la grada como es Fidel y a otro misteriosamente desaparecido como es Nano. El onubense, de calidad exquisita, dejó de contar para Lucas Alcaraz, que prefirió optar por un Javi Álamo que no ha aportado absolutamente nada desde que llegase hace ya dos inviernos. Esto no es ninguna sorpresa, por otro lado. El malagueño, por su parte, dejó su sitio a un Pervis muy voluntarioso, pero poco eficaz.

Se antoja fundamental que los jugadores más destacados del equipo lleguen en las mejores condiciones a estos encuentros de final de temporada. Con una plantilla totalmente descompensada y carente de calidad, lo menos que un técnico puede hacer es tirarse piedras contra su tejado. Fran Fernández conoce las carencias del equipo, pero también sus pocas virtudes.

Y en este último tramo del curso hay que explotarlas todas, siempre con esa innegociable valentía que proclama en cada rueda de prensa el entrenador almeriense. Da gusto ver, por fin, a un Almería que no sale a verlas venir.

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