El carácter de una persona es el que marca su destino. El de Turki Al-Sheikh se define por el dinero y la ansiedad, a partes guales. Por edad -38 años-,el saudí pertenece a la generación Millennians, pero etiquetar a un jeque resulta tan difícil como pescar peces con las manos. Mohamed El Assy, director general del club y su mano derecha, tiene claro cómo es su jefe: "No le gusta esperar, lo quiere todo para ahora". A golpe de clic y casi a la velocidad de la luz, el saudí ha cambiado la entidad rojiblanca de la noche al día. El club es un volcán que vomita noticias sin parar. Sus gestores tienen otros nombres y hablan otros idiomas. La transformación, dentro y fuera del césped, ha sido alucinante, bestial y en un tiempo récord. El equipo funciona, es una piña y un piñón, y la afición está encantada. La oferta de coches se ha doblado y contra el Girona (martes, 19:00 horas) se sortearán dos. Pero hay cosas que no han cambiado. Así, ha dado en roca en su intento por cambiar el escudo y la equipación del club. Ha perdido esa batalla, de momento, pero a costa de aumentar sustancialmente el número de seguidores en redes sociales. Este periodista no tiene ninguna duda que el próximo debate girará sobre el nuevo nombre del Estadio. No es un tema menor, pero si acaso pueda resultar menos traumático y sensible, por aquello de que no afecta a la esencia y la idiosincrasia de la entidad. Otros clubes lo han hecho y no se han registrado revueltas callejeras de sus aficiones, más allá de los irreductibles románticos que lo ven como un ataque a la historia y señas de identidad. La decisión, además. tiene una fuerte carga simbólica. Es como el rito de marcar la finalización de un edificio colocando una rama o un árbol en la cima de su estructura. Coronación es el nombre que tiene en arquitectura.

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