Análisis

nico garcía

El que nunca falla

Tras años probando técnicas, no logro ver el fútbol en diferido sin saber el resultado

Uno se cree que ha aprendido la lección. Que esta va a ser la última ocasión en la que sale perdiendo y que ya se sabe cómo hacerlo para que salga bien el próximo día. En el fútbol, como en el campo, en ningún lado. Sin embargo, en numerosas ocasiones toca verlo por televisión, como segundo plato, como mortadela en vez de jamón, más bien. Como yogur caducado de estudiante de Teatinos, por televisión y en diferido. Cuando sólo queda esa opción, el objetivo es llegar a la hora en la que se le da al 'play' del mando sin conocer el resultado ni el signo del partido, por eso de vivirlo como si fuese en directo. Sin embargo, tras muchos años probando con numerosas técnicas, el que suscribe no da con la tecla para que la jugada acabe bien. Y lo peor es errar en zona de finalización, cuando el gol ya está cerca. Uno ya no sabe si avisar a sus contactos más íntimos de que no le chiven el resultado del encuentro. Decirlo tiene la ventaja de que sean bondadosos y no comenten nada; y el inconveniente de que el amigo se vista de Miliki. Sin embargo, callarse y no avisar puede desembocar en que espeten el típico "¡si me hubieses avisado, no te hubiese dicho nada!", con el pro de poder andar de puntillas, pasar desapercibido y encender la televisión sin saber nada. Empero siempre aparece el que nunca falla. Una vez es un vecino en el ascensor al que poco le importa el fútbol, pero quiere tema de conversación sin hablar del tiempo. Otra día es un amigo -por llamarlo de alguna manera- consciente de la grabación y te lo suelta, jugando al despiste con varios resultados. O aquel que se tiene en Facebook por no hacer el feo de eliminarlo y publica el signo del partido aunque entienda de fútbol lo mismo que este periodista el béisbol.

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