Análisis

Pablo Martínez -Salanova Peralta

El fin del mundo

Boca Juniors y River Plate van a disputar la final de la Copa Libertadores

El mundo no está preparado para lo que se avecina. Y es que aún la humanidad no ha superado la avalancha de insultos de los locutores argentinos a sus jugadores tras la debacle contra España en aquel amistoso. Quedarán para la historia calificativos como "terrorista de choripanes", "cementerio de canelones" o "tobogán de piojos". O quién no recuerda el gol de Abreu, que no fue gol, más por la narración del comentarista con sus interminables Abreu, Abreu, AAAAbreu... que por la descomunal pifia del susodicho. Bueno, y no hablemos ya del gol de Maradona a Inglaterra en el Mundial del 86, que se hizo más grande si cabe gracias al locutor, al borde de las lágrimas, mientras veía como el "barrilete cósmico" dejaba por el camino a todo inglés que le salía al paso y tras recorrer medio campo, acabó con el balón en las redes y TA, TA, TA.

Yo no me quiero ni imaginar la que se puede liar en la final de la Copa Libertadores, que por primera vez en la historia, se la van a jugar River Plate y Boca Juniors. Esto vendría a ser como si Real Madrid y Barcelona disputaran la final de la Champions. Algoque aquí no se quiere ver ni en pintura, porque en el fondo ambas aficiones temen una victoria del eterno rival, que dejaría a su equipo muy tocado de cara a los futuros sempiternos debates de barra de bar sobre qué equipo es mejor.

Pero en Argentina están hechos de otra pasta y allí el país entero ya está a la espera de lo que han denominado el superclásico más superclásico de la historia.

Así que si la impugnación del Gremio brasileño no lo impide, el próximo 10 de noviembre se disputará el partido de ida y el 24 el de vuelta. Gracias a Dios, porque si esto se llega a disputar a partido único no hay corazón argentino que lo resista y la cosa acabaría en tragedia.

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