No será este periodista que escribe el que dé la turra con el VAR. Al menos hoy. Las conspiraciones y las premeditaciones, como las excusas, son para los débiles. Hay árbitros buenos y otros malos. Y hay normas lógicas y otras sin sentido, como la de avisar de no agarrarse antes del lanzamiento de un libre indirecto o un saque de esquina, como si el futbolista profesional fuese un benjamín. Falta para un lado u otro y listo. Sin embargo, raro es el árbitro que no aplica lo de la gestión de partido. Se trata de un eufemismo para justificar el no enseñar una amonestación a pesar de que la acción en cuestión lo merezca. También engloba el intentar no sacar la cartulina hasta pasado en torno a un cuarto de hora, como si en ese tiempo no hubiese infracciones durante un encuentro. La gestión de partido permite que el entrenador o futbolista de turno proteste cada acción de manera ostensible. Aunque aquí hay matices, puesto que no es lo mismo que lo haga Luis Suárez que un juvenil que debuta con el primer equipo. Y ahí no hay interpretación posible. Tampoco instantes de segundos o milímetros imperceptibles para el ojo humano. Al fin y al cabo, es más que perdonable errar en un fuera de juego o en un gol fantasma. Pero no es entendible hacer la vista gorda con ciertos comportamientos o protestas (en algunos casos según quién). Si el estamento arbitral quiere hacerse respetar, necesita una mayor relación con la prensa, y no sólo tras colgar el silbato, puesto que ahí sí interesa al haber dinero de por medio; además de castigar aquellas acciones que lo merecen, sin eufemismos de por medio, como el de la gestión de partido. El protagonista es el futbolista, pero el juez es el árbitro y la imparcialidad no entiende de alturas, edades, fuerza, sexo o raza.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios