Tiempo de coronavirus, la pandemia nos tiene atrapados. No cabe duda que la COVID-19 tiene en jaque nuestro estilo de vida. Todo gira alrededor del dichoso virus. La salud es lo primero, o al menos eso cree uno. Pero ni una pandemia iba a acabar con los conflictos entre organismos deportivos. Los egos por encima de todo, como quien no quiere la cosa. Conocida es la pugna entre Tebas y Rubiales, LaLiga contra la RFEF. Los dos máximos organismos que velan por el balompié español disputando su particular combate de boxeo. Los dos mastodontes del fútbol español frente a frente. Sus discrepancias parecen lo único relevante, cómo si no hubiera mundo más allá.

De sobra es conocida la guerrilla por los horarios que impide hasta la fecha la disputa de partidos en lunes y viernes. Una confrontación que viene de un tiempo atrás y que se está desarrollando aún en los juzgados. Algo que no ha frenado a Tebas para seguir colocando encuentros en dichas fechas, aunque más tarde la justicia le obligue a modificar los horarios. Los perjuicios ocasionados en la planificación de los afectados no son de importancia para el presidente de la LFP.

Pero si no hubiera suficiente sus guerrillas también han dado el salto a la pista. Una RFEF que el pasado curso se hizo con el control de las dos máximas categorías del fútbol sala nacional, dirigidas hasta entonces por la LNFS, entidad con convenios con el organismo presidido por Javier Tebas. Una guerrilla que está causando grandes daños a este deporte. Dos semanas atrás tuvimos que comprobar como el directo en YouTube del Burela de su partido ante Jimbee Cartagena fue tirado mientras este se desarrollaba. Una disputa en la que posteriormente el organismo presidido por Rubiales aseguró que se había impedido el acceso a sus cámaras para la retransmisión del encuentro. El ego lo primero.

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