Mi lugar en este medio ha generado en mí, irremediablemente, una sarta de inquietudes. Y el otro día, en un ejercicio de seguir empapándome de todo lo que envuelve al ecosistema almeriensista, me topé con una historia de la que, si bien los que más kilómetros llevan recorridos la conocerán bien, a mí me encantó saber. Más viendo sus raíces virgitanas, de donde remanece prácticamente todo mi elenco materno. Es la historia de José Antonio Martínez Callejón (Berja, 1948), futbolísticamente conocido como Maxi: un apodo que heredó de su padre, también relacionado con el mundo del fútbol. Maxi formó parte del histórico y selecto grupo de jugadores que consiguió el olímpico ascenso de 1979, un grupo al que él mismo se refiere como Hombres y no nombres.

Su historia se remonta a 1974, cuando a la AD Almería, aún en Tercera, le tocó enfrentarse a un Oviedo que ya campaba por los mejores campos de España. Tras una ida victoriosa en La Falange (2-1), el Oviedo le dio la vuelta con solvencia a la eliminatoria en el Tartiere (4-1). Pero la historia comienza cuando, tras la rutinaria ducha, Maxi (que completó un partido soberbio) es informado por varios dirigentes del Oviedo y el expresidente de que va a ser traspasado al club carbayón. En un agigantado paso de Tercera a Primera, el virgitano se convertía en el primer almeriensista en dar el salto al olimpo. Y allí emigró nuestro protagonista, ni corto ni perezoso, para cuajar cinco grandes temporadas y luego volver y caer de pie en la AD Almería que consiguió la hazaña del 79. Hoy, hablando con un gran amigo, me contaba que, por aquel entonces, el cromo de Maxi era de los más ansiados, añadiendo con júbilo que él tenía dos. Y que, ya haciendo su vida en Almería, aún se dejaba ver por el mítico Bar Catena, situado en la Plaza de La Constitución de Berja. Sin duda, un relato sin desperdicio.

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