El pitido final de un partido es el principio de su "Día Después". FF, acaso ansioso, no esperó tanto. Tomó asiento. Se colocó frente al micrófono y puso en orden sus ideas. "Decían que este equipo no tenía experiencia y no iba a ganar a nadie de la categoría" fueron sus palabras en la rueda de prensa del pasado domingo. Este periodista no ha venido a este mundo a enmendar a nadie, pero sí a opinar. El zapillero, residente en El Alquián por culpa de Carolina, su mujer, es un tipo metódico que estudia y prepara sus declaraciones públicas. Su tono de voz, apagado y algo melancólico, no impone, pero su discurso es vigoroso y firme. No se le fue ni la cabeza ni la lengua. Sabía perfectamente lo que iba a decir. Lo dijo porque tenía ganas de decirlo. Esa es la impresión que me quedó al oírle por la radio de vuelta al Zapillo, su barrio, el de sus padres y también el mío. Tras una victoria, primera con remontada, y sobre un histórico como el Sporting, la frase destiló mucho oportunismo y cierto aire de revancha, de muy mala leche, contra aquellos descreídos que, inducidos por tres campañas de horror y pánico, se dejaron llevar por la imagen y la derrota del partido inaugural en el Ramón de Carranza, para lanzar pronósticos agoreros y poner en cuestión a la plantilla. Es muy justo, y muy humano, que un técnico salga en defensa de su plantilla, y también de su propio trabajo. Pero lo que ofrece más dudas es el momento y la necesidad. Las victorias son el agua bendita que todo lo borra y los 17 puntos actuales son el producto del trabajo, con FF como eje central. Esas palabras, de consumo interno, se ajustan a otro perfil y no al de la humildad que guía a la plantilla. Es más interesante ser útil que importante y no caer en la tentación de una profesión y una categoría que tienden trampas de forma semanal.

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