Análisis

Francisco G. Luque Ramírez

Ante todo, humildad

Justo terminaba mis vacaciones de verano el día en el que se hacía oficial la venta de la Unión Deportiva Almería a Turki Al-Sheikh. Imagínense qué reincorporación laboral tuve después de haber estado un mes tomando el sol y bebiendo mojitos por las playas de Tarifa, las del Cabo de Gata y en la boda de mi buen amigo Miguel Valverde sobre el albero de la preciosa bodega Barea Granados de Padules. Fue como una terapia de choque. Volví a coger el ritmo periodístico, con el que se trabaja en las redacciones, en unas pocas horas. Fueron días frenéticos, de mucha información de golpe en muy poco tiempo, una saturación constante de noticias relacionadas con la UDA que dieron la vuelta a medio mundo. Las cosas habían cambiado, y mucho, para todos los almerienses. Al principio hubo numerosas personas que se mostraron muy pesimistas con la venta del club a un jeque, recordando la experiencia del Málaga CF, pero pocas semanas después, cuando empezaron a llegar los fichajes y se sortearon algunos coches en el Mediterráneo, la confianza en el proyecto saudí fue prácticamente plena. Tanto que incluso hubo gente que cambió su foto de perfil en Twitter y Facebook para poner la de Turki Al-Sheikh, siendo los mismos perfiles que empezaron a sacar pecho de su equipo, por los buenos resultados que se empezaron a dar, y de su club, por estar bajo el mando de un billonario. Hubo comentarios dignos de estudio, llegando a menospreciar a otras entidades con menos potencial económico. Vamos, cómo si aquí nos hubiera sobrado el dinero siempre. Por suerte solamente fueron cuatro gatos a los que quizás les está viniendo muy bien estas semanas que el equipo esté pasando por un bache, pese a que ya lo veían en Champions League (que ojalá). El dinero no siempre te asegura el éxito, pero aunque lo hiciese, siempre hay que recordar de dónde venimos y tener claro que no hay mejor forma de caminar hacia el objetivo que deseamos que con la humildad por bandera siempre.

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