Análisis

manuel campo vidal

La industria de la defensa pide paso

Vladimir Putin puede ganar la guerra de la energía este invierno; pero ya lleva cosechada alguna inesperada derrota en otros frentes. En el plano diplomático, por ejemplo. Moscú no podía imaginar que las opiniones públicas de Finlandia y Suecia, históricos países neutrales, dieran tal vuelco en solo semanas, que pasaran a reclamar el ingreso urgente en la OTAN.

Este conflicto, que va camino del primer año de duración, actúa en todos los países como un relajante para aquellas sociedades que, en otro momento, se hubieran alterado al comprobar el aumento del gasto de Defensa en sus Presupuestos, o las ayudas para fortalecer una emergente industria militar. "En Barcelona bastaría con que se supiera que se fabricaba allí un tornillo con destino a un carro blindado para que se produjera una movilización", afirmaba un presidente de compañía convencido de la hipersensibilidad de la sociedad catalana sobre este asunto. Eso era así antes. Hoy, probablemente, los catalanes estarían más cerca de los vascos, que son conscientes desde siempre de que existen factorías de armas en algunos polígonos, perfectamente integradas en el tejido industrial. En Madrid se convocó el 26 de junio una manifestación contra la OTAN coincidiendo con su Asamblea General: asistieron varios miles de personas. Sí, pero en otros tiempos y circunstancias, la protesta podría haber sido multitudinaria. Nada que ver.

Todo está cambiando a marchas aceleradas: el temor que genera la guerra, aunque España y Ucrania estén a tres mil kilómetros, cambia la perspectiva. En el coloquio Space & Defense Industry Summit, celebrado en Sevilla hace unos días, se reiteró que la protección de las libertades en los países democráticos precisa de una buena estructura defensiva. Y que esa defensa no debe ser tan dependiente de otros países como lo es ahora. De ahí que el fortalecimiento de una industria militar propia se incorpore en la estrategia de aquellos países que pueden permitírselo. El problema no es solo contar con armas tecnológicamente avanzadas, sino que también es fundamental disponer de suministros y repuestos. En Francia inquieta ahora que el apoyo a Ucrania esté vaciando sus arsenales por lo que, en caso de un ataque, se estaría en situación de indefensión.

Coincidiendo con el Summit de Sevilla -ciudad que resurge como centro de convenciones relevantes- se celebraba en Toledo el primer Congreso Cívico-Militar de Sociología. Inédito. Poco se conoce que el Ejército de Tierra dispone de una unidad -Jefatura de los Servicios de Información y Asistencia Técnica- integrada por oficiales y jefes que son sociólogos, investigadores operativos y estadísticos, que constituyen un apoyo de gran valor para la toma de decisiones del mando. En el trasfondo del Congreso, está el convencimiento de que las ciencias sociales pueden ayudar a una mejor gestión de las organizaciones jerárquicas; y la necesidad de entenderse mejor con la sociedad a la que se pertenece.

Estas dos importantes reuniones se producían con toda normalidad en una España tranquila pero crispada en su Parlamento, que ha roto techos de debates, con groserías inadmisibles en las últimas jornadas. De nuevo la esquizofrenia entre un país que trabaja y convive pacíficamente y un sector airado enfrente que se instala en la provocación verbal y que desdibuja la realidad, cosechando con frecuencia mayor atención en los medios de comunicación. "Somos superiores moralmente", proclamó un diputado de Vox desde la tribuna del Congreso para justificar graves insultos machistas. El supremacismo es un indicador alarmante de los excesos. Vale para todo tipo de fanatismos. Vamos mal por ahí. Atentos.

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