Desde cada consulta sanitaria telefónica se soportan reclamaciones al lugar incorrecto, se gestiona la empatía, se reparten consejos, se analizan pruebas, se escucha al paciente, se tramitan bajas laborales, se renuevan tratamientos médicos , se consuela… Se soportan silencios y gritos... Y luego se vuelve a marcar otro número de teléfono. Y así un día tras otro…

En nuestra mesa, la certeza de que lo estamos intentando con todas nuestras fuerzas, al otro lado del teléfono, el paciente, con sus miedos y su desconsuelo ante una situación en la que nadie ha salido ganando.

No hemos elegido ser héroes, ni tampoco villanos. Soy tu médico, tu enfermera, tu asistente social, la persona que se encarga de tramitar tus citas para que la normalidad se vaya introduciendo despacio y tú la vayas percibiendo.

Si el virus ha entrado en tu casa, intentamos acompañarte en tu confinamiento y repartimos el tiempo como podemos con los pacientes No-COVID, nuestros "crónicos", que llevan demasiado tiempo aislados, cada vez más débiles, añadiendo a sus problemas de salud la desesperanza.

Necesitamos que lo entiendas, que colabores, que seamos un equipo, que uses bien el sistema de salud. Eres el sentido de nuestro trabajo.

En cada desacierto, en cada fallo y en cada momento donde sentimos que no hemos llegado, está nuestra impotencia.

La sensación de no llegar a todo, a pesar de nuestro esfuerzo, es lo que sentimos cada día al otro lado del teléfono.