Lo que tanto costó tejer, comienza a resquebrajarse. La excelente base de 10.000 abonados sigue menguando.

De hecho, hace dos temporadas se cerró la renovación de asientos con 2.000 abonados más. Son diferencias irrisorias si tenemos en cuenta la influencia final en la cuenta de resultados, pero son guarismos que revelan el desconcierto actual de una masa social que ha respondido aun confundida, no ya por la confección de la plantilla, sino por el cariz que va tomando una entidad con protagonistas domésticos, longevos y no exenta de puertas giratorias.

La actual apariencia del presidente (por cada uno de nosotros también pasan los años) es la viva imagen del agotamiento, debido a las diversas vicisitudes que el otrora exitoso mandatario deportivo está teniendo que sortear.

Alfonso García utilizó a la prensa en Lugo como altavoz nacional e internacional, con la clara pretensión de vender sus acciones, pero el o los compradores que pretendan adquirir todo un club de la LFP, están obligados a observar con lupa cuenta a cuenta. Ya advierten los de siempre del efecto negativo de las críticas, pero cada apreciación, acertada o no, solo pretende ir en favor de una entidad que lleva el nombre de Almería, y no en apoyo de quienes mantienen el puesto por su legítimo interés personal, en contraposición al general. Valgan estas líneas para dar ánimos y para advertir de la peligrosa deriva de nuestro querido club.

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