Rubi, al borde de su fracaso
Lejos de los estadios
No ha estado exenta de polémica esta última semana y en especial con el derbi madrileño. Una vez más en el encuentro que enfrentaba al Atlético de Madrid y al Real Madrid acabaron viviéndose unos acontecimientos lamentables esta vez con el lanzamiento de objetos sobre la portería de Courtois y que acabaron provocando la suspensión momentánea de lo que tenía que ser la fiesta del fútbol. En una sociedad como la actual, tan marcada por el forofismo y el tan manido ‘y tú más’, por enésima vez todo el mundo pudo contemplar como volvían a manchar el deporte que algunos tanto amamos como es el fútbol. Por mucho que algunos no lo quieran reconocer, es injustificable que haya quien esté echándole la culpa al portero del conjunto blanco de lo sucedido con el ya cansino argumento de la provocación. Si lamentable es que un aficionado de a pie defienda este argumentario, aún peor y vergonzoso es que lo defiendan los propios protagonistas como hizo el pasado domingo Simeone, el técnico del conjunto colchonero, durante sus distintas comparecencias ante los medios de comunicación. Línea que, por cierto, también siguieron, algunos de los jugadores de los rojiblancos, quienes no dudaron en poner el cartel de culpable a quien es víctima, en un mensaje que claramente viene orquestado desde instancias superiores. Todo ello por no hablar de la vergüenza de imagen que nos dejó el término del encuentro con los futbolistas del Atlético de Madrid celebrando el empate con el fondo donde se encontraban los responsables del lanzamiento de objetos y sus ultras, esos que desde hace tiempo deberían estar muy lejos de los estadios. Todo ello en una semana en la que en el estadio del Espanyol también tuvimos que lamentar que tiraran una botella al árbitro del encuentro entre los periquitos y el Villarreal. PD: Quisiera aprovechar estas líneas para mostrar mi desaprobación a lo sucedido hace justo una semana cuando la UD Almería no permitió la entrada a la rueda de prensa de Mohamed El Assy al compañero de profesión José Luis Pascual, algo impropio en un país democrático como es el caso de España.
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