Almería, 20 de septiembre de 2018. Estimado Piñeiro, ese vestuario andaba contaminado desde el descenso de Primera, cuando se armó un proyecto para ascender sí o sí y los talentos se estrellaron por el camino. Jugadores con fichas desorbitadas y dudoso compromiso que engulleron a un entrenador tras otro cual máquina de picar carne. Incluido, para sorpresa de muchos y en la creencia de que por proceder de la misma caseta lo iban a respetar, al propio Fernando Soriano. Ocurrió más bien todo lo contrario y al maño algunos se le subieron a la chepa. El problema estaba identificado y las manzanas podridas señaladas, pero limpia tras limpia se reproducía. Fran, que ha mamado el club desde las bases, tenía buena idea de lo que estaba aconteciendo y fue un acierto mantener a su lado al psicólogo. Sus esfuerzos por unir a la afición con el equipo son loables pese a las continuas piedras que el presidente pone con su pueril actitud.

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