Análisis

Francisco G. Luque Ramírez

El 'moonwalk' de Turki

Pocas veces había observado tanto pánico entre la afición de la UD Almería como cuando el club publicó la pasada semana en sus perfiles oficiales el diseño de la posible equipación, con cambio de nombre y escudo incluido, para la próxima temporada. La respuesta por parte de la grada almeriense fue tajante: el escudo no se toca. No gustó la idea de perder el rojiblanco de la elástica o de pasar a llamarse UD Almería CF y cambiar el indalo como símbolo por un león. Los fieles de la UDA llevaron su negativa hasta el último rincón de las redes sociales y Turki Al-Sheikh se vio obligado a mandar un mensaje tranquilizador a su nueva plebe, dejando claro que si en algún momento se tuviese que decidir en las altas esferas de la entidad dicho cambio, el propietario votaría que no. Quedó genial, en su línea, contentando a una afición a la que ha sabido meterse en el bolsillo y no solamente por sortear coches durante los partidos. Muchas personas hablan, en relación al tema del escudo, de una estrategia de marketing para enmarcar, ya que llegó a ser trending topic, pero soy de los que opina que el saudí lanzó un sondeo que pensaba que iba a ser favorable a la modificación del escudo, o por lo menos habría un reparto equitativo de oponiones, pero al ver el no rotundo recogió cable, hizo el moonwalk, dobló el mantel, como suelen decir Broncano, Quequé e Ignatius en el programa de La Vida Moderna. Y es que de sabios es rectificar y el jeque lo es, y mucho más de lo que nos podemos pensar. Dos cosas quedaron muy claras alrededor de ese debate. La primera es que si los almerienses nos indignásemos por no tener un tren digno al igual que nos indignamos por el supuesto cambio de escudo de la UDA, nuestro Talgo llegaría a Madrid en media hora mañana mismo. Y segunda, que no siempre va a llover a gusto de la grada, que la nueva dirección de la entidad está aún en época de tanteo y no quieren incomodar a los seguidores, pero que tarde o temprano se tomarán decisiones que provoquen el malestar de muchos. Hasta ahora todo parece perfecto, o casi perfecto, al Mediterráneo.

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