Siendo yo algo melómano, aunque no muy de Ismael Serrano, el título de una canción suya inspira el de mi artículo. El muerto es el artista antes conocido como Guti, claro. Cerró las puertas y se encerró con sus jugadores para preparar teórica y secretamente el partido del sábado en Huesca, en el que sólo dos fogonazos en forma de goles de Villalba y Darwin y alguno de los chispazos de Juan Muñoz salvaron la honra y maquillaron los tres del rival.

Todo el secretismo semanal saltó por los aires en 5 minutos, mediada la primera parte: 2-0 y a remar. La lesión de Petrovic al borde del descanso obligó a José María Gutiérrez a deshacer el tapón que bloqueaba más su propio centro del campo que el del rival. Más sorprendente fue la salida de un Maras aparentemente sano, para la entrada de Martos en la reanudación: casi tanto como la propia suplencia de este último para dar entrada a Jonathan o la de Fernando para un debut poco afortunado de Sivera.

Esta vez sí parece que aprendió del despropósito de situar a Costas en el lateral y dio entrada a Romera. Delante de él estuvo otro reaparecido, Corpas, que no hizo mucho más de lo que había hecho Appiah en partidos anteriores, jugador que por cierto relevó a un Juan Carlos Lazo que lleva unas jornadas desaparecido y el equipo lo nota.

Atrás quedan los días de vino y rosas y ahora retumban las palabras de Guti en cada rueda de prensa, con mucha crítica y poco auto. Resuenan aún los ecos de una supuesta farra con sus jugadores, que se apresuraron para cerrar filas pero siguen olvidando cómo blindar la portería. La barbacoa, la visita de Turki tras su estancia en Nueva York, la decepción con las entradas y salidas en invierno o el baile de candidatos para ocupar el banquillo. Mucho chau chau, que decía Gil. Así no. Se quitan las ganas. Llévame donde no estés. Un muerto encierras.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios