Análisis

Francisco bautista toledo

El mundo de F. Castellón

El sexo y el tiempo están unidos en la obra de Federico Castellón, reflejados en piezas de intenso desasosiego, abordadas con mirada ácida, expresadas como evocación onírica. El autor se introduce de esta forma en el laberinto del subconsciente, lugar desde donde se ejercita el control de los impulsos que modelan la voluntad.

Este artista, original de Almería, desarrolló toda su producción artística en Nueva York. Desde una incipiente figuración se introdujo de lleno en el surrealismo, en el que recorrió todos sus vericuetos, explorando sus rincones oscuros, los espacios mágicos, los campos luminosos, las tinieblas de los recuerdos, el dolor de las pasiones. Aplicó su capacidad creativa hacia otros estilos, predominando el simbolismo, sin olvidar el fuerte sustrato surrealista en su producción plástica, logrando configurar un estilo personal, fuertemente marcado por la impronta de las vanguardias del siglo veinte. La figuración nunca fue abandonada por el pintor, trabajándola en todas sus deformaciones, extrayendo la esencia que da forma intelectual a los seres y espacios representados.

Federico Castellón ejecutó una obra soberbia, de expresión punzante, descarnada, impregnada con sus fobias y desafíos, mostrando su repulsa a una sociedad con la que no compartía sus gustos. Esta postura se plasmó en todas sus composiciones, primando el sexo como libertad, autoafirmación crítica, representación de la misión placentera de la existencia, mostrando además, agobiado por el futuro guardado por las Parcas, miedo al camino sin final del tiempo. Origen y fin están unidos en su producción artística, expuestos con sarcasmo, denuncia, desafiando la moral imperante.

En otras piezas es seducido por la cultura oriental, su aceptación del devenir, el ritmo pausado de su presente circular. Sea en óleos, grabados o papel, construyó un universo propio, donde el trazo es profundo, amplio, insistiendo, a veces con furia, el artista en sus convicciones. Cuando opta por el color lo hace con profusión de cromatismo grávido, en otras piezas describe ambientes grises, relatos del averno, en el que los seres se estilizan, o comprimen, en una danza infinita, transcribiendo el escenario donde actúan.

Federico Castellón elaboró una obra de intensa expresión visual, recia, cuya temática puede gustar o no, constituyendo por su frescura y originalidad un signo distintivo que le confiere unas señas de calidad, y maestría, que lo sitúan entre las grades figuras de la Pintura española del siglo pasado.

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