Análisis

Joaquín asensio guillén

Sin ti no soy nadie

Con el paso de los meses he descubierto que tus virtudes han ennoblecido mi vida. Me ofreciste tu ilusión junto a esa forma de pensar tan madura, tu corazón inocente como el de quien ama por primera vez, sin miedo a ser herido, sin miedo a los demás; despertando dentro de mí sensaciones que hasta el momento desconocía por completo; sucediendo lo que se antojaba inevitable, que me enamorase perdidamente de ti, de tus ojos, de tus caricias, de tus manías, tus desaires, consiguiendo que el resto de acontecimientos de mi vida quedasen relegados a un segundo plano"No hay nada mejor para San Valentín que una carta de amor"

Desde que te marchaste, escribirte se ha convertido en el único hábito enriquecedor para esta mente abatida y para este alma desalentada; un espejo para proyectar mis emociones y pensamientos. Por este mismo motivo me encuentro hoy aquí, refugiado en la soledad que proyectan estas cuatro paredes vacías de retratos e imágenes que me recuerden a ti, plasmando sobre este papel tu recuerdo, pretendiendo aliviar mi pesar.

No resulta nada sencillo, mi querida Julieta, describir un sentimiento tan profundo con palabras, ni siquiera cuando éste es el más grande de todos ellos; como imaginarás me refiero al amor. Podría describírtelo como una pasión, que irremediablemente todos necesitamos profesar y que aspiramos a que nos sea correspondido. Un sentimiento conocido por todas las culturas, que tiene símbolos, colores, días en el calendario y que constantemente no hace más que recordarme que ya no estás a mi lado, torturándome día tras día.

Sabes que soy hombre de pocas palabras y menos aún, cuando las tengo que plasmar en papel; sin embargo, necesito decirte lo mucho que aún continúas significando para mí, lo mucho que te amo y que desgraciadamente hace demasiado tiempo que ya no te lo puedo decir. Me gustaría expresarte la felicidad que notaba en mi interior aquellos momentos en los que estabas a mi lado, dándome todo lo que siempre había anhelado, completándome como persona.

Antes de conocerte gasté demasiado tiempo en amores banales; aquellos que se presentaban adornados tras una bella imagen hasta descubrir que todo era fachada, que todo era mentira.

Con el paso de los meses he descubierto que tus virtudes han ennoblecido mi vida. Me ofreciste tu ilusión junto a esa forma de pensar tan madura, tu corazón inocente como el de quien ama por primera vez, sin miedo a ser herido, sin miedo a los demás; despertando dentro de mí sensaciones que hasta el momento desconocía por completo; sucediendo lo que se antojaba inevitable, que me enamorase perdidamente de ti, de tus ojos, de tus caricias, de tus manías, tus desaires, consiguiendo que el resto de acontecimientos de mi vida quedasen relegados a un segundo plano.

Me regalaste una sonrisa inesperada, cuando me encontraba perdido, en el momento que más lo necesitaba. Junto a ti aprendí que una persona imperfecta, como yo, puede lograr que su vida sea inmejorable, únicamente con tu presencia. Me gustaría haberte leído este escrito, mientras permanecías acostada sobre mi regazo, para que hubiésemos podido rememorar juntos, la primera vez que nos vimos, y observar la luz que irradiaban tus ojos mientras te lo relataba.

Recuerdo aquella noche de verano, precedida de un calor infernal, la brisa originada por la cercanía del mar, le robaba el protagonismo al sofocante calor y favorecía el poder pasar unos momentos agradables, dándome un leve respiro. Fue en ese preciso instante cuando apareciste en escena; a pesar de la distancia y de la muchedumbre, que en aquel momento nos envolvía, no pude evitar fijarme en ti. Esperabas, al parecer, a unas amigas que llegaban con retraso, justo en aquel lugar, en la terraza del que después ha sido nuestro restaurante favorito. Yo me encontraba a unos cuantos metros en una esquina, terminando de saborear una cerveza, pero sin dejar de mirarte, hasta que de pronto, porque el destino es así de caprichoso e impredecible, te giraste hacia mí mientras abanicabas tu rostro, tu sonrisa paró el tiempo desde aquel instante. Sin pronunciar palabra alguna, tu expresión me insinuó que me acercara. Al percibirte de cerca, sin poder dejar de mirarte, empecé a ponerme cada vez más nervioso, sensación que iba en aumento al no saber qué decirte; sin embargo me acariciaste con tus ojos al mirarme y todo fue más sencillo.

Después de aquellos momentos, jamás en mi vida he podido dejar de pensar en ti, y créeme que desde nuestro fatídico suceso lo intento sin resultado. Quiero que sepas que no hay distancia lo suficientemente grande que consiga que deje de verte, que no existe fuerza alguna en la tierra que consiga que deje de amarte o de imaginarte a diario. He comprendido que nunca conseguiré borrar tu recuerdo de mi mente y que éste me torturará constantemente con imágenes tuyas, de los dos juntos, felices, amándonos.

Por la noche, salgo a tomar el fresco a la terraza y me quedo obnubilado mirando el infinito; buscando nuestra luna, esa que me decías que mirase cuando te echara de menos, la que asegurabas que estarías mirando desde donde quiera que te encontrases, pensando en mi también y extrañándome. Pero a diferencia de antes, ahora pienso que no puedes verla.

Oigo las carcajadas de alegría y los murmullos de la gente al pasar por la calle; y ahora me molestan, viven ajenas a este sufrimiento que padezco porque ya no te encuentras a mi lado y que parece no importarle a nadie.

Hoy es un día especial para los enamorados, he pensado que podía ser el más adecuado para escribirte, y que supieras de mi puño y letra lo que continúo sintiendo, que siempre te tengo presente y que has sido lo único que ha dado sentido a mi vida.

Desde aquel nefasto día en el que se produjo el accidente de tráfico que separó nuestras vidas, arrebatándome lo que más quería y dejándome postrado en esta silla de ruedas, nunca he dejado de quererte. He conocido el dolor más amargo de todos, que es el de perderte, sin esperarlo, sin previo aviso, sin poder envejecer a tu lado, sin tiempo para despedirme y decirte lo mucho que significas para mí. Te echo tantísimo de menos, que cada día que paso sin tu presencia es una eterna condena. Espero reunirme pronto contigo donde quiera que estés, pues mi vida sin ti es un continuo sufrimiento y carece de sentido. Te quiere Romeo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios