Análisis

PANDEMIA Manuel barea 43

¿Qué es eso de la normalidad?

Y si alguien no quiere volver a la normalidad?Hay que explicarlo: a lo que los demás entienden por normal. Es que no son pocas las ocasiones en que eso que algunos -de acuerdo, puede que constituyan la mayoría- consideran que es lo normal, a ojos de otros resulta estrambótico. ¿Necesariamente tiene que estar la anomalía en estos últimos? ¿Regresar a la normalidad es, al cien por cien y porque sí, lo correcto? Porque si es volver a las andadas, aunque sea desescalando, mejor no hacerlo. Como el encierro es enfermizo, lo natural es querer poner fin a él, dejarlo atrás cuanto antes y no volver a pasar otra vez por algo parecido a lo que estamos pasando. Y ese deseo sí es normal. Humano. No venimos a este mundo para estar encerrados -salvo los que lo han elegido voluntariamente, como los integrantes de las órdenes religiosas de clausura, por ejemplo-, aunque algunos se empeñen en mostrar síntomas de que están para que los encierren (sin necesidad de haber cometido delito alguno).

Pero la normalidad, o lo que hasta ahora se ha entendido como tal, se estaba poniendo, reconozcámoslo, para hacerse un Onetti. El escritor uruguayo, con una sinceridad tan apabullante como para responder que el Premio Cervantes significó para él "diez millones de pesetas" y cero milongas sobre la gloria literaria, vivió los últimos años de su vida en la cama porque era "el lugar donde pasan las cosas importantes". No sin faltarle del todo la razón -a veces ocurre, ¡y qué veces!-, aquí sí se dio algo el pisto de escritor con una frase ingeniosa. Sin duda, la dotación del galardón que recibió en 1980 contribuyó a esa existencia en la piltra. Para el autor de La vida breve lo normal era permanecer encamado. Los demás podían darle vueltas en el exterior a su normalidad mientras Onetti apuraba un whisky entre las sábanas. Años después su viuda vino a poner las cosas más o menos en su sitio y dio una explicación bastante más humana del comportamiento de su esposo. No se desprendía del pijama y no salía de la cama simple y llanamente "por pereza".

La normalidad da mucha pereza. Por lo menos la que predominaba allá a finales de febrero. Si de lo que se trata es de volver a esa normalidad, no sé yo hasta qué punto hay que rechazar sin pensárselo una prolongación de esta reclusión casera. Al parecer, algunos están al borde de un ataque de nervios. O eso dicen, aunque luego no es para tanto, tan sólo se trata personas a las que gusta darse importancia como sea, por lo que enseguida se detecta que jamás han tenido eso que dicen que están a punto de tener ni lo tendrán nunca. Otros -aquí viene el flipe- juran que están locos por volver al trabajo. Que con tal de salir de su casa, que ha debido ser para ellos como un presidio, quieren salir escopeteados en dirección a ese lugar en el que un día y otro entraban con una gran pereza, como la de Onetti. Y repitiendo: "Esto no es normal, esto no es normal".

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