Análisis

Francisco bautista toledo

La odisea de javier huecas

Es un trabajo de poderoso influjo visual, intenso, sumido en la pasión, perdidos los personajes en el laberinto de la existencia. Así aparece la producción última de Javier Huecas, un catalán afincado en Almería, ciudad donde ha desarrollado la mayoría de sus exposiciones y en la que se puede disfrutar, en su paisaje urbano, de algunas de sus obras.

Este artista trabaja la escultura y pintura, acrílico sobre papel principalmente, siendo sus creaciones en barro y bronce piezas sugerentes, elementos con soplo de vida propio, generadores de un espacio sensorial denso en emociones.

En esta última exposición recrea el mundo clásico, la tragedia de la vida repetida por su personajes en un círculo de vivencias perenne, sin fin, presentándose en la soledad de su drama, encerrados en las pasiones que velan la razón, para desbaratar el turbulento flujo pasional que rompe el orden de la rutina cotidiana.

Javier Huecas posee un estilo que nace, se recrea, y concluye en las formas clásicas de la escultura, proyectándolas hacia modelados plásticos de expresión alejados de la perfección hierática, pues el movimiento se insinúa en la anatomía de sus piezas, en las cuales lo natural prevalece sobre la forma ideal. En ellas la singularidad del personaje se difumina en el momento permanente de la emoción desbordada. Es un mundo cerrado en sí mismo donde únicamente existen sus figuras, oprimidas en la desesperación de su dolor, en la soledad espesa que asfixia sus días, en permanencia eterna.

La obra de Javier Huecas posee fuerza en el gesto, siendo sus esculturas, gres y óxidos monococción, una condensación de expresividad llevada a su estado profundo. En su individualidad cada una genera un cosmos aislado, ajeno al tiempo que transcurre, que en su conjunto conforman un gran teatro donde las vivencias propias se suman al resto, para conformar un complejo entramado sensitivo, sometido a las sombras del trayecto sin meta, ovillo de pasadizos que se entrecruzan sin salida posible. La pasión se concentra en ella misma, es palpitante, pegajosa, empapada en el gesto desgarrado reflejado en las esculturas.

En su pintura el peso de la oscuridad define el escenario, donde emergen claridades como formas humanas, acompañadas de sombras condensadas en siluetas envolventes que inducen al misterio de la cavidad, liturgia iniciática que vislumbran los campos del Averno. Son piezas plasmadas con energía, desasosiego, y exactitud en la representación del concepto mágico de la tragedia. Excelente muestra de Javier Huecas.

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