Sin demasiado ruido, sin estridencias, como si de un partido más se tratara, el Barcelona recibió en su casa al Real Madrid. Un clásico devaluado, sin estrellas, sin jugadores de esos que la gente, al margen del equipo que sea, se sienta por el solo gusto de verlos en acción. El fútbol patrio ha cambiado y sus equipos franquicia están venidos a menos. Si eres hincha de otro equipo y te dicen que vas a ver a Ansu Fati o Vinicius, es probable que tengas otras opciones de ocio en donde distraerte un domingo por la tarde. Están bien pero les falta. Ya no se para el país cuando se juega el clásico y el resultado no es un indicador de absolutamente nada. Si se gana bien, y si no, también. Jugaron, pero el mundo siguió girando. Dos equipos más parecidos de los que muchos creen y con las mismas necesidades que básicamente es la de jugar bien, convencer y hacerlo tres partidos seguidos. Hablamos de la Liga, porque en Europa, frente a los poderosos de Inglaterra, al rodillo alemán y a los petrodólares del PSG o City, ni Barça ni Real Madrid dan la sensación de tener mucho que hacer. La conformación de plantillas ambiciosas con jugadores que den el salto de calidad para poder aspirar a algo más que al trofeo nacional o a la Copa del Rey va a llevar su tiempo. Quince años de hegemonía continental nos provocan una especie de nostalgia soportando, como dice el tango, el dolor de ya no ser. Así las cosas, el Camp Nou vistió la poca entrada de partidos anteriores, liberó entradas y como nunca pudo verse varios aficionados con la camiseta del Real Madrid. Parecía más un Gamper que un partido de liga. Y de esa manera los dos conjuntos comparecieron a las cuatro y cuarto de la tarde. A esperar, a verlas venir y salir a la contra. El Real Madrid golpeó primero con un mazazo de Alaba y un Ter Stegen como espectador de privilegio. El segundo y el descuento sobre la hora del Kun Agüero son un dato más para cerrar el marcador y permitirle al Madrid seguir en el lote de los de arriba, mientras el Barcelona se aleja. Pero habrá liga hasta el final.

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