Análisis

txabi ferrero

Los pecados de oltra e Ibán salvador

Los números, en ocasiones, tienen voz propia y hablan más que las propias palabras. Los de Ibán Salvador no dejan lugar a dudas. Ha visto 102 tarjetas amarillas y 6 rojas en los 226 partidos que ha jugado en sus diez años como profesional. Su media es de una amarilla cada dos partidos y diez por temporada. El ecuatoguineano se mueve en la mediapunta, pero su expediente disciplinario es más propio de un defensa central. Se trata de un sospechoso habitual. Estamos ante un canchero repleto de artimañas, dotado de calidad, pero también muy instruido en el engaño. El Reglamento está para cumplirlo, pero en su caso también existe para incumplirlo. Se trata de una caza recompensas fuera de la Ley que pone las normas a su servicio, en lugar de ponerse al servicio de las reglas del juego. Su entrenador actual, José Luis Oltra, le perdona y protege, como es su obligación corporativa. El valenciano, educado como pocos, es católico practicante. Acostumbra ir a misa a rezar y pedir por los suyos y por él mismo. En su billetera nunca faltan fotos de santos y vírgenes de cada sitio por donde ha pasado en sus 20 años de carrera. En su etapa en la UDA, en Primera, llevaba la de la Virgen del Mar. Buscó y encontró la protección de la patrona de la ciudad en el torneo de Copa, hasta alcanzar las semifinales, donde fueron apeados sin compasión por el Barça de Messi, pero no así en la Liga, y acabó siendo destituido. Este periodista está persuadido de que Oltra tiene una opinión pública bien distinta a la que declara sobre su pupilo, y por eso no es publicable. Debiera ir a confesarse a la mayor brevedad. El jugador no es una víctima, como asegura. Lo es pero de sus propios pecados y de la incontinencia de un carácter indomable. En fútbol, el fin no siempre justifica los medios.

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