No hay nada más viejo que un periódico de hoy, no de ayer, ni opinión más irreal que la que asegura que todo está inventado en el fútbol. Esa mentira no es verdad. El fútbol ha cambiado, y mucho. El uso de las nuevas tecnologías y del videoarbitraje, inevitable aunque mejorable, es el último ejemplo de la larga nómina de cambios que se ha operado en su Reglamento y profesionalización. Lo que es más discutible es si lo ha hecho para mejor. Lo que antes era un juego, ahora es industria. Todo se mide en números y se escruta al milímetro. Aquel 2-3-5 ha mudado por el 5-3-1-1 o por otros dibujos intermedios del fútbol moderno. La valentía para ganar, rayana con la osadía, ha dejado paso al miedo a perder y ha fabricado partidos en serie, sin más emoción que el resultado. El actual es muy exigente y reclama un rendimiento inmediato, y se juega dentro y fuera de los terrenos de juego. La titularidad se gana sobre el césped y se pierde en el trabajo del día a día, y en la sala de prensa. Delante de un pelotón de fusilamiento, en forma de profesionales de los medios, la variedad de perfiles es amplia. El listado incluye desde despistados que se ponen en evidencia a quienes tienen respuesta para todo y auténticos profesionales del engaño. También los hay, en menor número, que dicen lo que piensan sin atender al día después. René Román forma parte de ese listado. El gaditano de El Bosque se metió en otro. Se posicionó en contra del cese de Pedro Emanuel y declaró "la plantilla está dolida" hablando por todos como capitán del equipo con una opinión personal. El propietario le tomó la matrícula y la reciente llegada del portero Antonio Siviera, cedido por el Deportivo Alavés, ha sido su respuesta con carácter retroactivo, tres meses después. Ni perdona, ni olvida.

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