Análisis

Tacho Rufino

La política infantiloide

Las decisiones radicales y extemporáneas no son la mejor contribución a la obtención de dinero para sobrevivirDescorazona la torpeza de querer derogar la ley laboral, ¡ahora y con Bildu!

El jueves supimos, de sopetón tras la última prórroga del estado de alarma, que el partido mayoritario en el Gobierno, el PSOE, había firmado un acuerdo con su socio, Unidas Podemos, y con EH Bildu para derogar la Reforma Laboral de 2012. Los abajo firmantes del pacto son tres figuras "de la parte de atrás", como se dice de los cantaores de apoyo: Adriana Lastra (PSOE), Pablo Echenique (UP) y Merxe Aizpurua (Bildu). Es evidente que el presidente Sánchez, en modo malabares, autorizó a su portavoz en el Congreso a estampar su rúbrica en un documento cuyo punto primero dice que los partidos que "suscriben el acuerdo se comprometen a derogar de manera íntegra la Reforma Laboral del año 2012 impulsada por el Partido Popular". Antes de la medianoche, Ferraz emitió un comunicado desautorizando de facto el propósito central del documento, y transitaba desde la voladura a la prudencia etérea: "Recuperar los derechos laborales arrebatados por la reforma de 2012". Menos mal que tenemos a Calviño, ministra de Economía, cabe decir. Está la cosa como para fulminar leyes esenciales de cara a una recuperación económica cuyos plazos y formas son las grandes incógnitas del siglo XXI en España: nos va todo en ello. Y encima, dándole una patada en el arco al atribuladísimo Gobierno: ¿qué necesidad? Para completar el escenario sobrevenido por el documento, tenemos el caso de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, de Podemos, que es como el de Illa en Sanidad: gente de cuota y cuadre que se suponía de rigurosa comparsa… y fue que no: a primera línea. Díaz, partidaria de la derogación desde siempre, parece haber cogido cochura y asesado su discurso: claro que, desde su aparición cómica sobre los ERTE al principio de la crisis, su imagen sólo podía mejorar.

En un contexto de imperiosa necesidad de obtener fondos a mansalva tras la otra voladura, la del Presupuesto, es necesario recordar que la ley laboral de Rajoy fue una condición impuesta por la Comisión Europea y el BCE. Empezar a pedir dinero con urgencia (sean préstamos directos, mutualizados, emisiones de deuda, fondos presupuestarios extra con o sin devolución, lo que quiera que se componga), previa derogación repentina de la ley laboral que ellos mismos impusieron en la crisis de deuda de 2008 es francamente insensato: el verdadero problema ahora es la pérdida del empleo, y no las condiciones del empleo: seamos realistas. En momentos de inmensa incertidumbre y daño social, la sensatez cotiza al máximo. Y la insensatez politicona del trío firmante es justo lo que hay que evitar. Porque, recuerden, uno de los principales puntos controvertidos de la ley de 2012 -el despido por bajas por enfermedad sucesivas- ya ha sido eliminado por este Gobierno. Ninguna empresa multinacional, grande, mediana, pequeña o autónomo necesita -les espanta- este tipo de movimientos de política infantiloide justo cuando por delante se divisa todo menos seguridad y estabilidad… ni creación de empleo.

La participación de Bildu en este trajín es otro misterio insondable. En el País Vasco puede tener pegada la derogación de marras, gracias al "recogedor de nueces", como dijo Arzalluz, el PNV, así como a su protector sector industrial. Los problemas serán menores: son más ricos y con mejor estructura económica, resistirán mejor. El voto de Bildu -ojo- no hacía falta para la prórroga de la alarma. ¿Qué diantres pinta un partido separatista y con lejano regusto de pólvora en asuntos nacionales clave? La respuesta es consabida y muy lamentable: el mantenimiento del resistente Sánchez en la presidencia exigía montar un carajal organizativo hecho de pactos entre moros, cristianos, budistas, seguidores de Zoroastro, ateos y algún Carlos Jesús. Y pasa lo que pasa. A ver qué obtiene Bildu. Cuando toque retratarse y apoquinar.

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