La Liga se acaba y para no ser menos, como en temporadas anteriores, sobre la campana. Parece que no se tomó buena nota de lo que se hizo mal en las dos anteriores temporadas y una campaña más, apurando hasta en último instante para evitar el descalabro y menos mal que quedan noventa minutos, porque la cosas podría haber sido peor. Noventa minutos a más de mil kilómetros del Mediterráneo. Noventa minutos en los que el Almería se juega seguir una temporada más en el fútbol profesional. Noventa minutos para pelear por un objetivo que no se ha alcanzado antes porque los resultados no llegaron y condenaron, sobre todo el del último partido en casa ante el Alcorcón, a una semana muy dura, angustiosa para una afición que, una vez más, desencantada y resignada, sin mostrar señas de enfado ni nada por el estilo, abandonó cabizbaja y malhumorada la grada del estadio. El equipo no ha dado la talla tampoco esta temporada, a pesar de los mensajes de ilusión y de haber tomado nota que se lanzaban desde el vestuario allá por los meses de julio y agosto, tras los cuales todos creíamos que no iba a ser tan agónica esta temporada, pero no ha sido así y una vez más el equipo jugándosela en los últimos noventa minutos, pero en esta ocasión, a diferencia de las anteriores, no dependiendo de si mismo y eso alimenta la incertidumbre de lo que podrá pasar, del desenlace final de la temporada, en el que el equipo no solo debe de hacer sus deberes, si no que esperar a que otros pinchen. Es el peor de los escenarios, pero es el que se han buscado los jugadores, esos jugadores que llevan semana hablando del orgullo de la camiseta, del escudo, de la ciudad... pero solo durante la semana, porque a la hora de la verdad, ese verbo fácil, desaparece. El Almería tiene en Lugo un examen de los de verdad. Y no valen paños calientes, ni excusas y el presidente, una vez finalizado el partido, debe de empezar a trabajar de cara a la próxima temporada y meter la pala, como vulgarmente se dice en nuestra tierra y empezar a dar forma a un nuevo proyecto que vuelva a ilusionar.

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