Análisis

PANDEMIA Manuel barea 34

De repente, el próximo verano

Zanjado el asunto de la Semana Santa, la Feria, el Rocío, las cruces de mayo y demás verbenas -lo de zanjado es un decir, hay quien no va parar-, parece que toca ahora centrarse en el verano. De repente, el último verano -de momento- va a ser para muchos el de 2019 (por no decir para la mayoría). Desde luego lo ha sido ya definitivamente para más de 20.000 personas en España. Ya no va a haber más veranos para ellos.Ni veranos ni otoños ni inviernos ni primaveras. Mientras tanto, los vivos seguimos ocupándonos de "nuestras cosas": ya lo hemos hecho con la No Semana Santa, la No Feria, el No Rocío y el No Todo. O casi. Ahora ya estamos planteándonos el verano, angustiados porque también presenta todos los indicios de ser el No Verano. Suena un poco a esa pregunta que quien más quien menos se ha hecho alguna vez -"¿Pero seguimos con la fiesta o no?"- cuando algún guateque previsto con bastante antelación corría el riesgo de irse al traste por la indisposición que obligaría a faltar al sarao a alguno de sus participantes más notorios. La duda se disipaba en un pispás: "Ya estará en la próxima".

Ya se escribió aquí, en la entrada del día 8 de este diario, que el plan infalible es no hacer planes. No habrá así frustración si las cosas no salen como se habían previsto; o sea, como se han deseado. Poco hay tan jodido como un deseo no satisfecho. Todos los proyectos que se hubieran podido hacer para este verano se han esfumado. No parece pertinente darle más vueltas. Lo de veranear telemáticamente, como que no, no lo veo aún. No soy ningún experto en el asunto, pero sospecho que todos los indicios apuntan a que es posible que antes de volver a las andadas -porque volver, volveremos, somos así, no tenemos arreglo- pasemos de la turistificación al moreno albañil.

Lo que sí está más claro, mal que nos pese -a unos más que a otros-, es que, de repente, el próximo verano no es ningún futurible. El verano que está por llegar sobrevino hace mucho tiempo. El verano de 2020 no va a tener que ver nada con este número de ciencia ficción. Este verano para el que faltan dos meses día arriba día abajo va a trasladarnos a muchos en una regresión a los veranos de la niñez. Va a ser un verano desubicado, expulsado del siglo XXI, y va a estar muy lejos de lo que había planificado el mercado vacacional y de lo que nos tenían preparado y dispuesto los touroperadores y las agencias de alquiler de casas y de apartamentos en primera y en vigésimocuarta línea de playa.

Habrá que sacarle partido a la situación. Ya que tanto nos gusta presumir de país de costumbres y tradiciones, volvamos a disfrutar este verano la del dominguero (aunque sea por turnos). Creo que no nos queda otra. Y suerte tendremos si podemos hacerlo. Algunos de los que se dedican al asunto auguran que vamos a volver al verano de los setenta. Todos vamos a volver a ser los Alcántara.

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