Análisis

ramón gómez vivancos-garcía

La sombra de Pepe Cayuela aparece en FF

Cuando uno se empeña en pisar a fondo el acelerador de un vehículo en busca de alcanzar más velocidad, sin tener en cuenta lo máximo que marca el velocímetro, se puede caer en la frustración más absoluta. O en el ridículo. Si nos referimos a la polémica arbitral, a estas alturas de la película, con televisión en directo de por medio en cada choque, si un entrenador de la LFP como Fran Fernández es capaz de aseverar que en el minuto siete de partido ya se sabía lo que iba a ocurrir, es como retrotraerse a las etapas más extravagantes y grotescas de Pepe Cayuela, tan buen entrenador como bocazas supremo, cuando clamó contra Brito Arceo. Si FF ya lo aderezó con el peso de la historia europea del rival, que precisamente procede de Segunda B (se ve que hace dos campañas se olvidaron de ese pasado) uno ya retrocede por completo a aquellos años de plomo del fútbol de Almería donde el respeto brillaba por su ausencia. Claro que fue penalti a Rioja en el minuto siete, pero nadie habla de la clara falta de Juan Carlos Real, segundos antes, al robar el esférico en el centro del campo, que precisamente le posibilitó al centrocampista rojiblanco poder asistir a su compañero. Siempre lo remarco, en mis casi 20 años como articulista nunca redacté para acérrimos rojiblancos, como si fuera un presentador de TV3 informando sobre los políticos catalanes presos, sino que dentro de mi corazón UDA (quien lo dude, no me conoce) intento ser ecuánime, tanto en el juego desplegado como en la polémica acontecida. Si se estuviera hablando de una jugada en el último minuto, hasta se podría pensar en alguna intención, pero los árbitros es estos tiempos de tanta televisión, repeticiones y análisis permanente intentan acertar, pues se juegan su futuro como colegiados. Quizá se dejó llevar el trencilla por el gesto inmóvil del lateral del Mallorca, lo mismo que afortunadamente erró Aridai a puerta vacía en los primeros minutos de la segunda mitad, porque si nos referimos al juego, volvemos al ejemplo del acelerador para caer en una injustificada desilusión. El técnico mallorquín, Vicente Moreno, que de tonto no tiene un pelo, no quiso que se repitiera lo partido de la primera vuelta en el Mediterráneo y supo por dónde se le hace daño a un equipo que con todo el mérito del mundo ha llegado al tope de sus posibilidades, reflexión por cierto manida desde estas líneas. Como ocurrió en Lugo, la temida presión de la UDA, gracias al extraordinario trabajo de Fran Fernández, se desactiva por las bandas. Por ahí llegó por ejemplo la expulsión de Adri. Soñar con alcanzar los 67 puntos, que en esta campaña ni siquiera darán para jugar el play-off de ascenso, era como darle la vuelta a la tortilla sin más, para un equipo que lleva 12 de los últimos 33 puntos. No se les puede pedir más ni a los jugadores ni al técnico, lo dieron todo, que fue mucho, deportivamente hablando. Otro cantar han sido las salidas de tono de un técnico que debe madurar en ese aspecto si quiere llegar a cotas más altas. Por cierto, y hablando de un jugador decisivo propiedad de la UDA, ¿y Chema?

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