Pantaleón Mecías Escámez

Tabula rasa

30 de noviembre 2024 - 03:10

En lo que ya se cataloga como el gran renacer de un equipo que parecía cerca de firmar su acta de defunción, hay voces de ultratumba que han vuelto a hacer acto de presencia para hacer alarde de su posesión de la verdad y poner en la picota a aquellos que poníamos el grito en el cielo por el desastre deportivo que estaba asolando a la UDA. No obstante, sería injusto y denotaría unas intenciones de las que carezco dirigir esta columna hacia dicha minoría, pues lleva días sorprendiéndome gratamente cómo la tónica general es la de una afición que ha hecho tabula rasa, estrechado lazos y entendido que, al igual que la encarnizada crítica tenía una razón de ser, también la tiene el elogio, cada vez más merecido con el paso de las semanas. Esta actitud (insisto, modélica) debe servirnos para entender la inmensa escala de grises que hay en los comportamientos que obedecen a conductas tan viscerales, como prestar devoción a un equipo de fútbol. No, no hay que pedir perdón porque hace dos meses Luis Suárez pidiese a gritos la crítica, por creer que Baba no podía ser un jugador importante en el Almería o por haber puesto en duda la profesionalidad de ciertos jugadores. Y no sólo no hay que pedir perdón, sino que la dulce situación actual demuestra que dichas críticas estaban perfectamente fundamentadas, porque todos (o casi todos, más bien) los tumores han sido o están siendo extirpados. Y tampoco hay que irse tan lejos: nunca ha sido en la sala de prensa del Almería un secreto que todo lo que hoy es esperanza, antes era desolación. Rubi, seguramente, el gran artífice de esta metamorfosis, nunca ocultó los problemas por los que pasaba el vestuario: el germen de tanto malestar, tan justificado como las loas que obedecen a haber reconducido la situación en tiempo récord y dejar imágenes y relaciones interpersonales que invitan a la ilusión. Por suerte, casi todos lo entendieron.

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