Marcar y que no te marquen. La UDA llevó a la práctica la teoría del fútbol en el Anxo Carro de Lugo, donde saludó al 2020 con el esmero de una goleada convincente. Pero esto de correr detrás de un balón en pantalón corto no siempre es tan simple. La magia de este deporte universal, su auténtica grandeza, descansa en su probada capacidad para renovarse y hacer incomprensible cada semana para el más pintado. El éxito y el fracaso esconden muchas variables que se tienen que activar y se desactivan en un caso y el contrario. El de Juan Muñoz es un ejemplo palmario de esta doble realidad. El sevillano cerró su primera etapa como rojiblanco, en la 2017/18, con una tarjeta de 4 goles en 25 partidos, 16 como titular y 9 suplente. Fue tan titular como suplente con Ramis; Lucas Alcaraz le dio la espalda y firmó tres goles con Fran Fernández. No contó con el favor de la afición, que le silbó más que ovacionó. El delantero hispalense, que debutó en Primera, Champions y Europa League con menos de 20 años, explotó el curso pasado en el Alcorcón, donde se reivindicó con 8 goles en las primeras 11 jornadas y cerró el curso con 13. Sigue en estado de gracia, y no de desgracia, y ha anotado cinco dianas, cuatro de forma consecutiva. Su poder de influencia en el juego aún es mayor, con cuatro asistencias de gol. El jugador parece y es otro. Repleto de confianza, en un entorno más positivo y con unos compañeros de mayor calidad, su historia es la del estado de ánimo del fútbol. Un comodín que ayuda a entender lo que es complicado de explicar. El 11 rojiblanco es uno de los 'Tres Mosqueteros' del gol de la UDA junto con Lazo (8) y Darwin Núñez (6). Una sociedad que funciona, donde viven y conviven en total armonía, bajo el lema "todos para uno y uno para todos".

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