Análisis

Francisco bautista toledo

El vacío venció al tiempo feliz

La pintora sugiere espacios silentes, vacíos, estancias que recuerdan a viviendas antiguas hace tiempo sin ser habitadas, lugar de abandono y olvido. En ese escenario surge la curiosidad, el misterio, la evocación del recuerdo, latente en sus paredes y rincones..

Marisa Álvarez Aguilar, Córdoba 1973, profesora en la Escuela de Arte de Granada, tiene en su currículo una relación artística con Almería, tierra donde ha expuesto en varias ocasiones.

En la actualidad puede ser contemplada parte de su propuesta "Kenopsias. Huellas del silencio" en la galería almeriense Acanto, lugar en el que tuve un encuentro con la obra de esta artista, cuya intensidad visual me llamó la atención, la profundidad del relato contenido, en el que se percibe una lírica sencilla e intimista, así como la calidad plástica de las piezas expuestas.

Marisa Álvarez Aguilar explora en sus piezas las estancias deshabitadas, las huellas de los antiguos moradores, el flujo infinito del silencio, exponiendo una metafísica del vacío, en el cual la mirada se difumina, navega y vuelve de nuevo a su inicio, iluminando la esencia de la realidad.

En esta representación espacial la artista utiliza la luz para definir las dimensiones, convirtiéndola en instrumento develador del pulso tranquilo de las horas, que transcurre por los espacios, rebota, y esparce, hasta confundirse en las paredes, techo y suelo. En este encuentro es cuando aparece el resplandor del universo invisible que ocupa las habitaciones, cubiertas de luz, que camufla la realidad del tiempo eterno, encerrado en una danza que se repite sin fin. Muestra la pintora este relato de forma sobria, con limpieza visual, sobre una estructura geométrica, en la cual la claridad y el latido oculto de la estancia llenan de contenido la comprensión de la obra, haciendo cómplice al espectador de la escena propuesta. Las creaciones de Marisa Álvarez Aguilar generan pensamientos diferentes cada vez que se observan, encontrando la mirada motivos antes no percibidos, nuevos enigmas, o historias no pensadas. La persona y el cuadro recrean un diálogo distinto en cada contemplación, encontrándose en la nada, sumida en una reflexión continua, donde la nostalgia de los tiempos de plenitud eran triunfantes, pero el vacío lo suplantó con su presencia.

Evocación en la mirada, emoción ante la revelación, libertad de pensamiento, destellos del pasado, afloran en la memoria del espectador, trasmitiendo las composiciones de esta autora fuerza contemplativa, belleza y serenidad en el recuerdo.

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