A diferencia de algún personaje público, este periodista no es negacionista del coronavirus. Pero que numerosas instituciones estén realizando una gestión infame de la situación no significa que el bicho no exista. Eso sí, con las distintas medidas sí parece que hay lugares o momentos en los que tiene prohibido entrar. Las incongruencias son máximas y el fútbol no se libra de ellas. La Patronal ha aprovechado la pandemia para poner en práctica el proyecto idealizado: máximo control del otrora deporte y ahora espectáculo en su totalidad. La prensa molesta y el camino es el de una agencia de comunicación que surta noticias, entrevistas -o cómodas charlas- y fotografías a los medios de comunicación para que éstos le den al control+C y control+V como si las páginas más leídas viniesen del gabinete de prensa del ayuntamiento de pueblucho de turno. LaLiga quería controlar hasta las celebraciones y lo está consiguiendo, estando ahora la pelota en el tejado de los futbolistas, comprobar si son personas o marionetas. Lo que antes era normal ahora es una excepción, como que los jugadores de un determinado equipo celebren el gol, la máxima expresión de este juego, a pocos metros de donde se sitúan los fotógrafos mortales, esto es, aquellos que no son de los clubes o del organismo presidido por un Tebas que va a hacer bueno a Astiazarán. Hay que ir a la 'cámara de celebraciones' y expresar ahí la alegría. ¡Alegría artificial! El maquiavélico plan estaba ya diseñado, faltando una situación para ejecutarlo: el coronavirus. Los palos de ciego se reflejan en los protocolos: no tiene nada que ver el de un partido de liga que el de uno de Copa del Rey, pudiendo en la última competición trabajar los compañeros gráficos con muchísima más libertad. Parece que el virus sí entiende de lugares, momentos y situaciones. Eso o que los que mandan no conocen la vergüenza.

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