En más de una, dos y tres ocasiones el que lucha por una causa no es el activista que sale en las fotos y hace gala de estar trabajando por ella. No son pocos quienes han alzado el grito en los últimos años por el fútbol femenino sin haber acudido ni siquiera a un partido del mismo o incluso sin saber las normas de este deporte. Lo positivo es que poco a poco la presencia femenina es cada vez mayor en un campo de fútbol.

Obras como Los Futbolísimos, una de las colecciones más vendidas en la actualidad en la literatura infantil, o proyectos como la Fundación MAAVi fomentan la igualdad en el deporte sin hacer el ruido que busca la política. Y consiguiéndolo, que es lo más importante.

Sólo hace falta acudir cualquier fin de semana a un campo aleatorio a presenciar un partido de fútbol base para darse cuenta de la presencia femenina, ya sea dirigiendo desde el banquillo, arbitrando, en el terreno de juego corriendo detrás del esférico. Una chica querrá eso: el mismo respeto y tener la oportunidad, no un trato de favor.

En la televisión más de lo mismo, sin ningún partido en abierto de la máxima categoría masculina, mientras que son numerosos los encuentros que se pueden ver gratis cada fin de semana del fútbol femenino. No en vano, recientemente la RFEF aprobó ofrecer a los clubs la posibilidad de emitir sus partidos en abierto, disponiendo para ello de una partida de más de catorce millones de euros. Sin duda, los pasos que se han dado hasta el momento sobre el tema han sido más que acertados. Ahora resta continuar el camino y dejarse de debates polémicos que buscan es exclusivamente votos a costa, partiendo de la base de que la igualdad es ofrecer el mismo respeto y oportunidades a todas las personas. No pegarle patadas al diccionario.

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