El pasado día 4, el mundo recibió, via Twitter, este mensaje tan desalentador como previsible: "Hoy comenzamos el proceso formal de retirada del Acuerdo de París. Estados Unidos se enorgullece de su trayectoria como lider mundial en la reducción de todas las emisiones, el fomento de la adaptación, el crecimiento de nuestra economía y la garantia de energía para todos nuestros ciudadanos. El nuestro es un modelo realista y pragmático" Y así, bastándole 280 caracteres, EE.UU, a través del mismo Secretario de Estado que dijo, en la última reunión del Consejo del Ártico, que esa región "está en la cabeza de la oportunidad y la abundancia pues alberga el 13% del petroleo sin descubrir del mundo, el 30% de su gas sin descubrir y una gran cantidad de uranio, minerales de tierras raras, oro, diamantes y millones de kilómetros cuadrados de recursos sin explotar", nos comunicaba que abandona el barco y que lo hace porque ni necesita ir en él, ni le sirve, pues entre sus conquistas ya está la de ser líderes en la reducción de emisiones, sean las que sean, y su modelo, económico, social y productivo, no demanda ajuste alguno ni pierde el tiempo con aquello que no les sea útil; Y así, evitando, una vez mas, pronunciar las palabras "cambio climático" y, como si se tratase de otra de tantas materializaciones del deseo de su Presidente de mostrar al mundo que él es la rara avis por excelencia, EE.UU nos deja solos y noqueados ante el reto que mas apremia a la humanidad y, lo que mas fuerza añade al golpe, que en enorme medida depende de su actividad. Y esta decisión, al igual que ocurre, por ejemplo, con las que los países que comparten la selva amazónica tomen respecto de su deforestación, nos sitúa, en el plano ético y juridico, ante un conflicto entre dos titanes; La soberania de los paises y el interés común. Un tremendo elefante que se va acercando a la puerta de una tremenda cacharerria a la misma velocidad que aumenta la dependencia entre paises, los desafios de los Estados se interconectan y avanzamos hacia una sociedad global. Y es que, aun cuando la excusa hubiese sido que el Acuerdo de Paris es considerado por un buen número de expertos como un acuerdo insuficiente, la pregunta es la siguiente: ¿Puede un país que es, a la vez, la primera potencia mundial y el segundo mayor contaminante del planeta no formar parte del único acuerdo mundial para mitigar los efectos del cambio climático y proteger el medio ambiente al que la humanidad ha sido capaz de llegar? Su soberanía dice que sí; La ética y los Derechos Humanos que no, al igual que dicen que Brasil no puede decidir, unilateralmente, el destino de la parte de la Amazonía que le pertenece pues, aunque se trate de su territorio, también hablamos de los pulmones del planeta. Otro gran reto para este siglo que nos espera demandando, como dice José Mujica, una política "de largo aliento".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios